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Me levanto temprano y siento un hambre
descomunal.
Pero antes, el café de rigor. Onur, por
su parte, jugando con el talón de mi calzado.
Le grito pero no hace caso.
El café humeante, en su punto. Lo justo
para desperezarme en esta mañana.
Anoche, luego de la conversa con
Iparraguirre en El Virrey de Lima, me dirigí a una farmacia, a la búsqueda de
las pastillas que den por terminada esta semana en la que me he privado de
todo, semana que reunió todos los males temidos por este servidor, malestar que
me hizo pensar en si había hecho algo malo en los últimos meses.
Lo que sé, es que semana como esta no
volveré a pasar ni a balazos.
En el trayecto a la farmacia, en la
única que confío del centro, ubicada frente al Hospital Loayza, y muy cerca de
Los tres continentes, me cruzo con un Zepita anónimo, al que saludo porque no
lo veía en mucho tiempo. Me hizo la taba por un par de cuadras, las suficientes
para saber de su preocupación por el comportamiento de “Cachetada Nocturna”. En
realidad, no me sorprendía lo que me contaba el Zepita anónimo. En el mundo de “Cachetada”
todo es posible. Y cuando lo vea, lo voy a cuadrar. O sea, este mal llamado “Faulkner
peruano” viene siendo víctima de un atarantamiento conceptual, puesto que el
Copé de Novela no es el Pulitzer, y si en caso lo fuera, eso no es
justificación para insultar y escupir a un colega que en la práctica, y que sin
necesidad de valerse de los premios pasados (Copé incluido), la viene rompiendo
con su último libro.
Eso es lo que pasa cuando solo escribes
motivado por la concursografía, peor cuando no sabes manejar la suerte si en
caso hayas ganado.
Sin duda, ganar un concurso ayuda en lo
económico.
¿Pero acaso un concurso es garantía de
calidad literaria?
En los últimos años, ¿cuántas novelas y
cuentos ganadores del Copé podemos llamar referentes y axiales para la narrativa
peruana? Me refiero pues a la instancia que literariamente te coloca más allá
del premio como tal, esa instancia que te permite un diálogo con los lectores
sin depender de la algarabía de la inmediatez.
Un breve recorrido en la historia del
Copé, tanto en narrativa y poesía, nos arroja un magro número de títulos a
considerar.
Mientras me sirvo un triple, y aprovecho
en volver a llenar mi taza con buen café, pienso en que debería haber un
sinceramiento de opinión por parte de sus ganadores, es decir, confirmar la
obviedad, dejarnos de cojudeces: el Copé es importante por el dinero, por eso.
Pese a los años del premio, a este aún le
falta cumplir con esa cuota de trascendencia literaria que lo eleve a la
legitimidad. Sé, sin duda, que puedo estar pecando de injusto, a lo mejor, y
ojalá sea así, pero se trata de un pecado de buena intención, que me permitirá
en estos días llevar a cabo una revisión en la BNP de las novelas y cuentos ganadores
del Copé de los últimos años. Solo así, y en parte, a manera de involuntaria
extensión, también podré entender el mundo bizarro y estrafalario de “Cachetada
nocturna”.
3 Comentarios:
Buen tema a desentrañar: hacer un recorrido por las obras de los ganadores de concursos de Caretas, Copé, y algún otro tradicional. Sería paja que alguien (tú, disculpa) ponga las verdaderas y falsas virtudes de los galardonados. Chau.
Qué gracioso lo que dices, porque recuerdo una entrevista a ese pata en El Comercio y decía que te pasaba todos sus libros para que tú los leas y des el visto bueno. En pocas palabras, eres su padre literario. ¿Por qué menospreciarlo así? jajajaj
habría que recordar mejor, porque no recuerdo tal cosa.
nunca leí los textos inéditos de "Cachetada nocturna", que era un hincha mío, y lo trataba bien como quien trata a alguien que se pone buena onda. luego, tras el copé que gana, comienza a sacar a flote su verdadera faz, y las huachafadas y bajezas conmigo no van. esa es más o menos la historia.
G
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