Entrevista a Richard Parra
Es que se ha frivolizado la vida
literaria. Los saraos literarios son importantes y en cierto sentido
inevitables, pero hay que saber “salirse”, no entregarse al lustrabotismo.
Si hay que
pensar en vida literaria, pensemos por ejemplo en la de Arguedas, Revueltas o Vallejo,
encarcelados por gobiernos represores. En Mariátegui, enviado al exilio,
enfermo. Pensemos en Rodolfo Walsh, asesinado por el derechismo. O en Blas
Valera, nuestro primer escritor anticolonial, condenado al silencio, la cárcel
y la tortura. Guaman Poma también fue torturado. Se dice que Miguel Gutiérrez
también. En Sor Juana Inés de la Cruz, enclaustrada, callada por el poder. En
Giordano Bruno, quemado por la Inquisisción, en Walter Benjamin, asesinado por
el fascismo. Repensemos el exilio del Inca Garcilaso. La vida de Martín Adán u
Oswaldo Reynoso. El proyecto político de Flora Tristán. El suicidio de Virginia
Woolf o Klaus Mann. O la muerte de Pasolini. Pensemos en esas “vidas
literarias”.
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