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Me despierto golpe de 11 de la mañana.
Creía que el sol me recibiría como días anteriores, pero no. Sintonizo en
Spotify un añejo álbum de The Commodores, algo que me permita hacer las
primeras cosas de la jornada sin prestar mucha atención a la música. Entonces,
me alisto para el duchazo, prendo el celular y me cercioro si las cosas van
bien por este blog. Ajá, en este blog, porque anoche algo extraño pasó en su
plantilla y configuración. Muchos de los datos del blog desaparecieron, además,
cambiaron su disposición espacial, a saber, la barra de datos laterales, a la
mitad de su contenido, y mi biodata alterada con un contenido que no hablaba de
mí, sino de otra persona.
¿Incursión de los hackers? Pues no.
A eso no se debió.
Fue un involuntario manejo manual al
querer insertar algunos Gadgets, en esa intención cambié algunos códigos, pero
me confié en la opción Borrar Cambios, cosa que no hice, y como me desentendí,
lo dejé tal cual, pensando que los cambios no se mostrarían porque, en lo que
recuerdo, no aprobé ningún cambio a realizar en el blog. Trato de recordar,
aunque lo mejor no, cómo fue que quise incluír los Gadgets, sin duda, hice un tecleo
adicional, producto de la alteración visual cuando escribes en cuatro archivos
de Word a la vez, entonces, lo que piensas que haces en un archivo, te huevea y
lo llevas a cabo en otro, en este caso una plataforma virtual. La gracia me
tuvo en vilo por más de 40 minutos, pero todo volvió a la normalidad.
Lo de anoche me hizo pensar ya no en la
posibilidad, sino en la necesidad inmediata de archivar los textos del blog en
una carpeta. Tengo una carpeta con textos usados para el blog, pero esta carpeta
existe desde el 2013 y en todos estos años he cambiado hasta cuatro veces de
laptop y computadoras. Aprovecharé el fin de semana para hacer esa labor
titánica, que de paso será un reconocimiento de la propia escritura.
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