poética y erótica
Por alguna extraña razón, el erotismo no
ha sido muy abordado en la tradición narrativa peruana. Lo mejor es no
especular sobre los motivos, más de un escándalo podría suscitar la potencial
especulación. Aunque cuando he tenido la oportunidad de hablar al respecto con
algunos narradores multitemáticos y todoregistros, he escuchado con contenida
atención sus conceptos, los que casi me obligaron a pedirles, y encarecidamente,
que llevaran un curso avanzado de lecturas eróticas. Confundían, pues, erotismo
con pornografía. Sugerencia con explicitud. Verosimilitud con efecto burdo.
Obviamente, para escribir de las
galaxias del erotismo, no solo hay que haber leído mucho sobre el asunto, sino
también exhibir sin que se note aquello que llamamos conocimiento de causa. En
principio, esta es la impresión que me dejó la lectura de novelita Santísima Trinidad del poeta Roger
Santiváñez.
En su brevedad, su logro. En una posible
extensión, fácil hubieran venido los problemas, que no solo resentirían el
curso de la narración, sino que harían fracasar la verdadera intención del
autor al publicar este librito: la historia personal del descubrimiento del
goce sexual. Acierta el fundador de Kloaka al cumplir con el objetivo de estas
páginas, pues llega a buen puerto, tranquilo y sin apuros: contarnos la
historia del asombro que al narrador protagonista le produjo el descubrimiento
del ya llamado goce sexual, sea este en el acto del placer y en su
potencialidad ontológica.
El carácter fragmentario del libro ayuda
a Santíváñez, al poeta que encuentra en estos pequeños sotos el terreno idóneo para
plasmar su voltaje lírico que dora su prosa, funcional en el capricho
estructural, porque en este camino, el narrador protagonista no se sujeta a los
mandatos de la linealidad. En estas páginas se testimonia el tránsito sexual de
Roy, a veces niño, enamoradizo de las niñas de su barrio, asombrado del vómito
de palabras que le produce el corazón golpeado e ilusionado; otras veces joven,
perdido en las calles terrosas de una Piura que ya no existe, o entregado a las
noches subtes del Centro Histórico, recorriendo bares, hoteles, en estado
constante de éxtasis, a la caza de la amada que revela su esencia en la
exuberancia del detalle, en el aroma del sudor rutinario, o estas sensaciones
juntas.
Pero lo que sostiene la sensación
erótica en esta novelita es precisamente la palabra de Santiváñez, como bien lo
diría él: “en poesía”.
No sé cuál sea el futuro de Santísima trinidad, esta novelita de
poeta, ajá, de poeta. Solo espero que siga en su curso natural: consiguiendo
lectores a paso lento, pero firme.
1 Comentarios:
Hola
Tienes un blog interesante
Quisiera preguntarte si podrías recomendar las "novelas eróticas" que consideras las mejores o más gustaron . Creo que no hay mucha novelas de este tipo en el "olimpo" literario universal no?
Quizá tengas algunas
Un saludo cordial.
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