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Un par de días llenos de actividades,
pero productivas al fin, que me han dejado más somnoliento que de costumbre.
Chilcanos y cigarros en Sur en la madrugada de ayer martes, haciendo lo que
involuntariamente sé hacer en este tipo de actividades: beber, huevear, fumar,
conversar y recomendar libros cada vez que hablo con los lectores. Fue una
noche adrenalínica, dorada por el exceso de pisco en el chilcano, pero de la
que me fui satisfecho, con la idea de llegar a casa, descansar hasta el
mediodía y con las mismas alistarme para ir al Virrey de Lima, que se supone
tenía que estar cerrado, pero que tuvo que abrir para llevar a cabo las mesas
de discusión y debate del Seminario Afroperuano de Artes y Letras. Las dos
primeras sesiones fueron dirigidas por el organizador Luis Rodríguez Pastor y
la última, una entrevista en onda con los “Encuentros en El Virrey de Lima”,
por mí, en la que conversé con Luis Alberto León, autor de La cautiva, que al final de la conversa ofreció una lectura
dramática de la última obra que viene escribiendo, que por lo escuchado, bien
será una obra que generará más de una discusión.
Una jornada redonda, la misma que me
dejó cansado y muy somnoliento a razón de la recargada comida marina que
consumí en la tarde. Cuando llegué a casa, me puse a revisar muy al vuelo
varios textos que debía editar y publicar en el blog de Librería Sur, pero lo
dejé todo para el día de hoy, había que dormir muchas horas, estar más
despierto, porque como dicen los que saben, “se trabaja mejor descansado”.
Entonces hice mío ese consejo que lo escuché a no sé quién. El descanso es una
necesidad medular, como los vicios prohibidos de los que soy adicto.
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