acomodaticio
Entre las muchas cosas que no entiendo,
una se erige como la que jamás entenderé: la práctica del periodismo.
No la entenderé porque hoy en día hace
falta un cartoncito que te sindique como tal, “soy periodista”, repite más de
un alucinado de pésimo nivel cultural. Al respecto, no me hago problemas sobre
la esencia que debe existir en el ejercicio del periodismo: la búsqueda de la
verdad por medio del espíritu crítico. Lo demás, sus métodos, su logística, las
paso de largo. Se aprenden, sea en las aulas o en las calles. Quien piense que
es al revés (primero la formación y después la convicción), quizá deba
preguntarse si es un periodista o un comunicador. Me resisto a creer a que haya
tanto ahuevamiento.
La triste realidad nos revela un síntoma
atroz: el periodista peruano está alineado. Bueno fuera que ese alineamiento
sea con la verdad, mas no es así, cachorro, el periodismo peruano viene
alineado con sus intereses, como uno tan “noble”, llámalo la nobleza económica.
Y podemos seguir sindicando toda clase de noblezas, que de darse, tendríamos
que agotar un par de párrafos para empezar.
Esta reflexión que interrumpe mi
desesperada espera de la Noche Buena, viene a cuenta de un artículo de Víctor
Andrés Ponce en El Montonero, Terremoto Odebrecht.
¿Qué nos dice VAP?, o mejor formulado:
¿cuál es su lectura de este destape de corrupción mundial?
Su lectura nos arroja dos certezas: 1) su incapacidad
para leer el contexto y magnitud de ese caso y 2) su evidente alineamiento con
el fujimorismo.
Sobre lo primero, y en vista que la
reflexionología nos lleva a la rapidez opinativa, uno puede equivocarse, y los
horrores son más vergonzosos cuando detrás del opinante existen años, muchos,
de experiencia. Pero lo segundo sí es más condenable, porque su artículo es un
intento por destacar la pureza naranja, sin tener en cuenta datos que de
haberlos usado (a saber, la presencia de Odebrecht por más de veinte años en territorio
peruano y sus evidentes nexos con la dictadura de Fujimori) su texto sí hubiese
perdido resonancia.
La intención de este señor fue la
siguiente: servirnos un apestoso estofado condimentado con corrupción e
hipocresía ideológica, y presentarnos en la mesa de al lado un plato delicioso,
sano y nutritivo.
Se pueden decir muchas cosas de los
periodistas, y como humanos que son, ellos no están libres de errores, como
también tienen derecho a abrigar la oportunidad de enmienda (de burradas). Nadie
es perfecto. Pero un artículo como el de Ponce nos transmite lo peor que se le
puede decir a un periodista, que más allá de su alineamiento naranja, nos
revela a un tipo acomodaticio, con principios obedientes a los vaivenes del
poder político.
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