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Me pongo a revisar la edición de La
República del último domingo y encuentro una reseña positiva del reconocido
crítico Federico de Cárdenas a la última película de Oliver Stone, Snowden.
Si había una película que quería ver,
quizá una de las pocas que me llamen la atención de la empobrecida oferta de
películas de las multisalas limeñas, esa era precisamente el biopic de este ex
agente de la CIA y la NSA. Leo la reseña a la vez que doy cuenta de una
ensalada de frutas y reviso la nueva novela del “Jeremy”, que anda embalado,
escribiendo como un poseso día y noche, algo que me satisface porque de los
Zepitas es quien más talento mostraba para la escritura en comparación a “Mr.
Chela” y “Frejolada”, que a la fecha andan entregados a la promoción del Cachetada´s
Fans Club. Una pena, mientras haya necesidad de tragos y pasajes para la semana,
“Cachetada” tendrá poder en almas sin talento y sin principios que justifiquen
cada una de sus cojudeces, como el haberse burlado de Miguel Gutiérrez en su velorio.
E imaginar que más de un Cachetada Kid se alucinaba seguidor del autor de La violencia del tiempo, cosas pues de
nuestra fauna literaria.
Fui a ver Snowden con mucha ilusión, pero ni bien pasaron diez minutos, supe
que estaba ante un paquete, ante un desperdicio de lo que pudo ser una muy
buena película y vaya que tenía motivos para sea así. Personaje héroe perseguido
por el Imperio tras revelar los métodos de espionaje de sus servicios de
inteligencia, métodos que no solo invaden las instituciones de los países
enemigos del Imperio, sino que también se inmiscuyen en las vidas privadas de
las personas. Entonces, ¿en qué falla la película? ¿Por qué esta no despega?
Por ello, luego de pensarlo, teniendo la respuesta, pero a la que no quieres
recurrir para no caer en el prejuicio, te das cuenta de que Stone ha perdido la
inspiración creativa. Hubo un tiempo en que las películas del director
norteamericano me entusiasmaban, pero sus últimos trabajos han manifestado una
constante destrucción de su nervio narrativo, aniquilados por la ideología y el
afán de denuncia.
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