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Inevitable no encontrarte con escritores
en los bares, haces lo imposible por no ser parte de estos encuentros, pero tus
esfuerzos quedan en la nada cuando en tropel se te acercan efusivamente,
algunos para felicitarte por el recuento y otros para que les recomiendes
libros. Obviamente, no me considero para nada una celebridad local, pero le
pongo buena onda a la situación, todo bien hasta que invaden tu mesa en el bar.
Lo que se suponían saludos al paso, se convierten en una charla escanciada por
los favores de los capitanes, cortesía de los hinchas. Igual, le pongo buena
onda, extendiendo mi paciencia por algunos minutos.
Entiendo la efusión de los plumíferos. Deben
estar hasta las huevas si es que se alegran al encontrar a alguien como yo. En
realidad, más de uno se sorprende al verme, puesto que no soy partícipe de la
vida literaria. Sin embargo, estos plumíferos creen que me gusta su compañía,
cuando en realidad solo entré al bar por su pan con jamón del norte y una
chela. Igual, seco los dos capitanes. Y les hablo de un libro que todavía no
leí: Memorias de un inconforme de
Gonzalo Torrente Ballester. Les meto todo el floro posible y me creen cuando
les digo que este es el libro de cabecera de Knausgard, que lo leyó, obviamente
en su traducción al sueco, antes de emprender su proyecto Mi lucha.
Con estilo y buen gusto, les pido a los
plumíferos que se larguen de mi mesa. Los plumíferos entienden, y solo así,
recién podemos pedir lo que venimos a consumir al Juanito. En lo personal,
necesitaba reponer energías porque la caminata a Samaca nos había desgastado
más de la cuenta, pero valió la pena porque me encontré con mi querida Charlotte
y también con el poeta místico Florentino Díaz. Entonces, degustamos de los
panes con jamón del norte y las cervezas de rigor, algo suave mientras hablamos
del exterminio de la mediocridad en las vidas de quienes nos rodean. La mediocridad
es una plaga peligrosa, cuando menos te lo imaginas, eres contagiado en su
rutina, y resulta necesario extirparla si es que realmente anhelas hacer algo
que valga la pena.
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