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Mañana de domingo. El calor impide
dormir lo que quisiera. Me pongo a leer dos horas, antes de abocarme a las
actividades del día. Por ejemplo, los domingos hago de todo, menos escribir, me
olvido de las lecturas sistemáticas y leo la literatura de retazo, que me
resulta ideal para un día consagrado al más puro hueveo.
Veré una película y un par de series. A
partir de las 5 de la tarde no haré nada más porque iré a San Juan de
Lurigancho a conversar de no sé bien qué con Edwin Cavello en el programa de
radio de su revista Lima Gris. En verdad, de no sé de qué voy a hablar con él,
pero días atrás me preguntó si podía ir este domingo, y en vista de que no
jugaba Alianza Lima, le dije que ya. Este asunto se lo comenté a algunos amigos
y estos me dijeron que este medio no era bien visto, porque el amarillismo es
su divisa. Entonces, replico la opinión, que considero exagerada, pero sí, Lima
Gris aún debe mejorar algunas cosas, pero Edwin y su equipo reflejan un
detalle, un privilegio del que pueden jactarse muy pocos medios en este país:
libertad de opinión. Por ese gran detalle es que voy a sacrificar algunas horas
de hueveo dominguero para ir hasta la estación radial, ubicada a la espalda del
penal Castro Castro.
Prendo el televisor y sintonizo Gol TV.
No puedo creer lo que veo, y lo que no puedo creer no es el partido entre
Cristal y Unión Comercio, sino su programación. ¿A qué animal se le ocurre
programar un partido a las 11 de la mañana con este calor?
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