sobre premios y actitudes
Un reportaje en Babelia sobre los premios literarios, más una entrevista a Juan
Marsé sobre su experiencia como jurado del Premio Planeta, llaman mi atención.
Obviamente, llama más mi atención lo de Marsé que el reportaje como tal. Primero,
porque lo dice una de las plumas más importantes del planeta, una pluma en
actividad, ajena a los cambalaches del negocio cultural. Y segundo, porque
Marsé dice lo que muchos piensan de los premios literarios, en sus palabras se
sintetiza el pensamiento de los indignados de la literatura, tanto de los que quieren
y no pueden, como de aquellos que sin poserías sintonizan con el autor de La muchacha de las bragas de oro.
Pueden leer la entrevista aquí.
Muchas veces es necesaria una voz
autorizada que nos corroboré lo sospechado, aunque en esa corroboración, a
causa de la franqueza, salgan maltratados autores de los que uno ha aprendido,
tal el caso de Carlos Pujol, buen narrador y fino traductor (al respecto,
sugiero su traducción de El primo Pons
de Balzac, en Pre-Textos).
Marsé desmenuza los tejes y manejes del
Premio Planeta, pero también, y en aras de una mayor transparencia, hubiese sido
ideal contar con otra versión que desmenuzara los tejes y manejes existentes en
el Premio Alfaguara. Suponemos que para los de Babelia primaron los abusivos aires de frivolidad que han venido
configurando al premio mejor dotado de la narrativa en castellano.
Como sea, Marsé señala lo que importa: “La
literatura no tiene nada que ver con las ventas”.
Ojalá esta sentencia lleve a reflexión y
autoanálisis a más de un narrador local, derretido en ansias por ganar un
premio importante, como si en Perú existieran premios importantes. A excepción
del Caretas, todos los demás premios literarios siguen en deuda, porque los mismos,
la mayoría de las veces, no se sustentan en lo tácito: la calidad literaria. Y
extendiendo la idea, que la sentencia de Marsé sirva también como dosis de
desahuevina a nuestros esforzados plumíferos, que en lugar de forjar una
poética sólida sustentada en una cadena de lectores, viven, sueñan y anhelan
ser fichados por la filial de una transnacional, a las que les interesa la
calidad literaria, sin duda, pero más las ventas. Sus editores no son ajenos a
su enfrentamiento quincenal: subir a las oficinas contables y presentar con
pruebas cuánto se está vendiendo del libro por el que se apostó. Así escribas
como Naipaul y no vendes, no sirves, a menos que ocurra un milagro.
Así es la figura: si tu sueño, querido
escritor, es publicar en una editorial grande, preocúpate primero en tu poética
y en forjar legitimidad en un pequeño círculo de lectores, eso para empezar. Y
después, mucho después, y de acuerdo a tu carácter y personalidad, o bien
esperas a que te llamen (es lo mejor) o te transformas en un esforzado
practicante de la omnipresencia en cuanto sarao literario exista, así te
inviten o no, el tarjeteo y la zamponería van de la mano. Pero tampoco dejes de
tener en cuenta que puedes desarrollar una trayectoria legítima, y formar
prestigio en esa legitimidad, publicando en el circuito independiente.
3 Comentarios:
¿El cuento LA SED, ganador de hace un par de años en el concurso de Caretas, al margen que te guste o no, crees que estuvo a la altura, en serio?
hola
bueno, leí el cuento, mas no lo recuerdo ahora.
a lo que me refería, y quizá no me supe explicar, era a la tradición de caretas en cuento, que ha premiado muy buenos cuentos, pensemos en "ángel de ocongate" de erm.
G
Coincido, el Caretas está por encima del Copé. Por varias razones, el Caretas es cuento corto y obliga a ser preciso y bueno; el Copé es cuento largo y obliga a veces a "inflar" un buen cuento corto (lo mismo para novela). Si Borges fuera jurado, nunca lo sería del Copé, pero sí del Caretas. Y a partir de esto está el caso de los jurados, el Caretas tiene generalmente mejor jurado, más variado y no el rígido de Copé que siempre tiene profes de la UNMSM, Cato, Academia de la Lengua, etc, gente rancia de gusto por lo general tradicional. Toda la vida Mudarra o Valenzuela, o Marco Martos, o siempre RG Vigil. Si quieren tener mejores resultados, mejoren el jurado, así de simple. Los que ganan no tienen la culpa y siempre llevan la peor parte, al punto, que por un momento desearían no haber ganado y mejorado su obra "mal premiada" por ese eterno "mal jurado" que siempre repite el plato. Y ojo en el copé pagan al jurado, en el Caretas no.
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