sábado, marzo 25, 2017

anécdotas de espía

La presente publicación es una de las más esperadas en el imaginario lector del mundo. No es para menos, y disculparán el entusiasmo, porque estamos hablando de John Le Carré. Eso.
 Con autores como Le Carré habría que pensar no una, sino hasta cinco veces, el facilismo con el que lamentablemente no pocos miran por encima las novelas inscritas en géneros pautados por su popularidad. Hacerlo no solo refleja prejuicio, sino también un preocupante desconocimiento de la tradición de la novela en cuanto a su carácter popular que esta tuvo durante el siglo en el que alcanzó su mayor radiación, radiación que se mantiene hasta el día hoy.
Pensemos en algunos autores populares del XIX, en Verne, Dumas y Salgari, narradores dedicados a la escritura de novelas de aventuras, que bien hoy podríamos llamar los padres de la narrativa de asunto que no solo la podemos ver en el formato de libro impreso, sino también en las películas y series. Por eso, antes de bajarle el dedo a los Bestseller, sería saludable que se estudie mínimamente su tradición, aunque sea un repaso al vuelo en el que podemos encontrar autores no solo exitosos, sino también con sobrados méritos literarios, como Stieg Larsson, Georges Simenon, Manuel Vázquez Montalbán, Isaac Asimov, Arturo Pérez-Reverte, Stephen King, etc. La lista podría ser mayor, pero preferimos consignar los autores más ubicables por el lector recurrente.
Sobre los autores de Bestsellers se dicen no pocas gratuidades. La principal de estas yace en un discurso que pretende restarles calidad literaria por el solo hecho de que sus libros están direccionados a un público masivo. En este sentido, la crítica no es ajena a una tara que esperemos sea involuntaria, ya que pasa por alto el análisis de los mismos por su señalada esencia popular. Es decir, si existiera un Salgari pop en estos años, la crítica no se ocuparía de él, no le prestaría la más mínima atención, confinándolo al texto volteado de la contratapa, cosa que así tiene una que otra oportunidad de salir en alguna descuidada estafeta.
Sin embargo, las gratuidades se despejan, parecen no existir, cuando se tiene que hablar del británico John Le Carré. Con LC existe consenso, porque no solo hablamos de un exitosísimo autor de novelas de espionaje, sino también de uno del que podemos aseverar que literariamente exhibe excelentes recursos literarios. Si un aspirante a escritor lee esta reseña, pues lea a LC, porque se puede aprender, y mucho, de su administración de  recursos narrativos en la construcción de una novela.
Ahora, cuando hablamos de los lectores de LC, no nos referimos a unos cuantos de cientos de miles, sino a millones. No es para menos, pensemos en novelas como El espía que surgió del frío, El Topo, Llamada para el muerto, Asesinato de calidad, La chica del tambor, La gente de Smiley, El jardinero fiel, El infiltrado, entre otras. En LC confluyen el éxito de ventas y la experiencia literaria. LC es pues un digno representante de la tradición de novelas de aventuras del XIX, el siglo de la novela. Por ello, las expectativas sobre sus memorias estaban más que justificadas, Volar en círculos (Planeta, 2016).
Sin embargo, a medida que recorremos estas páginas somos testigos de un factor no esperado: LC cuida mucho sus palabras, privilegiando la anécdota en lugar de la reflexión. Tengamos en cuenta que el nutriente de la memoria es el discurso reflexivo. A pesar de ello, nuestro autor es capaz de sustraer de la anécdota su natural espíritu fugaz y presentarnos de esta manera la trastienda de su vida, de cómo se hizo espía y de las personas del mundo político y del espionaje que conoció y que inspiraron sus novelas. No vamos a negar que LC también se muestra cínico, nos advierte que no contará sobre su pasado como espía (cuando eso es lo que precisamente el lector quiere leer), pero lo hace a cuenta gotas, privilegiando la información conocida, que en otra pluma podría advertirse como estafa, pero que en la suya se justifica gracias a la disposición de esta. Queda claro que lo que sabe del espionaje lo deja para sus novelas y en estas memorias nos brinda bocaditos narrativos que cumplen su objetivo: divertir y emocionar, puesto que LC lo hace sin remilgos, sin falsas modestias, es decir, desde su condición de escritor de éxito que no necesita demostrarle a nadie su valía literaria. VEC bien puede servir como guía para los que aún no hayan leído sus magistrales novelas y para sus lectores no es más que una sobredosis que se agradece, además estos saben bien por qué su autor predilecto no lo puede contar todo.

… 

Publicado en SB

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal