"cortes intensivos"
Publicado a fines de 2015, Cortes intensivos. Entrevistas y crónicas
(posición.Editores) del poeta y crítico César Ángeles, ha tenido un tránsito
por demás curioso. A menos que esté equivocado, su presencia en medios ha sido
a las justas modesta, pero bueno, tampoco hagamos un drama de ello. Muchos
libros pueden darse por bien servidos si consiguen cierta presencia en medios. Sea
cual sea su visibilidad, es lo que menos debe importar. Lo que sí importaría
del libro publicado es que este pueda generar una comunidad de lectores, solo
así su existencia estaría por demás justificada.
La presente publicación no es una
maravilla y por no serlo es que me gusta. En estas páginas Ángeles nos ofrece
una selección de sus entrevistas y crónicas publicados entre 1986 y 2014, en las
que es posible percibir su mayor cualidad en prácticamente todos los textos:
personalidad en el punto vista. Del mismo modo asistimos a su mayor defecto: un egocentrismo que en más de un
tramo le juega una mala pasada.
Tengamos en cuenta los años en los que
aparecieron estos textos, en especial en el punto de partida que indica la
cronología de la selección. La segunda mitad de los ochenta. En las entrevistas
el autor nos entrega acercamientos llamativos, buenos e irregulares a
personalidades de la literatura, el arte y el pensamiento peruanos. Pensemos en
las realizadas a José Tola, Juan Javier Salazar, Enrique Polanco, Blanca Varela, Eduardo
Chirinos, Washington Delgado, Antonio Cornejo Polar, Rodolfo Hinostroza,
Alberto Flores Galindo, Martha Hildebrandt y Luis Lumbreras, y claro, imposible
pasar por alto la excelente entrevista al poeta chileno Enrique Lihn.
Como indiqué líneas arriba, nos
enfrentamos a un entrevistador con personalidad, y la sustancia de esta
característica descansa en que Ángeles sí era un hijo de su tiempo, porque
antes que periodista (y seguramente antes que poeta) era un entonces joven
configurado por la convicción ideológica de izquierda, o por lo que podamos
entender de esta. Por esa razón, su voz y puntos de vista potencian sus acechos.
Sus entrevistados no se hubieran sentido en confianza sin esa especie de
irreverencia, sueltos de las buenas formas al momento de responder, o reforzando
y refutando una opinión del entrevistador. A saber, pienso en lo que dicen Varela y Chirinos.
En el prólogo, el autor nos indica que
ha preferido mantener el carácter de las entrevistas, no ajustarlas a la perspectiva
del tiempo, y presentarlas como testimonio de época. En este sentido, quedarme
en la mera descripción atentaría contra un punto de vista contrario a lo que
propone. Pienso en el prólogo de Miguel Gutiérrez a la segunda edición
de La generación del 50: un mundo
dividido. En el texto Gutiérrez lleva a cabo una autocrítica con ciertas
posturas de su pasado político, mas esta autocrítica no alteró el contenido de
su ensayo como tal. Nos hubiera gustado una actitud similar en Ángeles. Pues
bien, así nos guste o no, sería mezquino no destacar la coherencia que la publicación
exhibe en su prólogo y el contenido de sus entrevistas y crónicas. Además, si
en el gran futuro la publicación llegara a generar un debate, y si este
eventual debate se diera en relación a su prólogo, el autor quedaría
despellejado.
Entre los textos no suscritos a las
entrevistas, prestemos atención a los dedicados a Antonio Cisneros, Víctor
Humareda y Emilio Adolfo Westphalen, que cumplen su cometido: revisitar el
legado cultural de estos artistas. Y para terminar, subrayemos que la lectura
de Cortes intensivos resulta mucho
más que interesante, no solo porque nos satisface, sino también porque
incomoda. Eso: solo los libros que incomodan merecen leerse.
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