escritores lacayos
Venía leyendo intercaladamente dos
novelas que tranquilamente puedo recomendar, La séptima función del lenguaje de Laurent Binet y Basada en hechos reales de Delphine de
Vigan, cuando sentí la necesidad de sumergirme de una buena vez en las memorias
del siempre estupendo John Le Carré, Volar
en círculos. Entonces, ya no eran dos, sino tres novelas que leía
turnándome cada hora.
Me encontraba en esta actividad cuando recibo
la llamada de mi pata Jeremy, quien me pregunta por el título de una novela que
recomendé hace tiempo en este blog, novela de un escritor español que en los
años noventa publicó una novela monumental. No lo pensé mucho, porque ese
escritor que publicó una noventa monumental en los noventa fue Juan Manuel de
Prada, quien con Las máscaras del héroe
se ubicó como la voz narrativa con mayor proyección de su país. Por cierto, esta
novela opacó a otros autores generacionales, la mayoría sin las dotes que sí
exhibía De Prada, como también a autores con mucho talento, en este sentido
pienso en Antonio Orejudo y su maravillosa novela Fabulosas narraciones por historias. Ambas novelas guardan más de
un vínculo temático en común, pero cuando salió la del primero poco o nada pudo
hacer la de Orejudo para generar la atención que merecía. Y para cerrar esta
digresión: el tiempo ha ubicado a Orejudo como un autor digno de atención y a
quien siempre leo con interés.
Pero algo ocurrió con De Prada. Luego de
ganar en 1997 el Premio Planeta con La
tempestad no volvió a ser el mismo, dejó de ser el autor que leía con
admiración, y eso que le di más de una oportunidad a más de un título
posterior. Por ello, motivado por la pregunta de Jeremy me puse a averiguar
sobre De Prada, cuando encuentro esta entrevista en Youtube a razón de su
última novela, Mirlo blanco, cisne negro
(Espasa, 2016).
De la entrevista se deduce que en esta
novela De Prada ha dejado la piel en el asador, porque la historia que cuenta
tiene mucho de aquel joven de provincia que llegó a Madrid con una legitimidad literaria a cuestas. Y también se desprende de la entrevista que esta
novela es un férreo ataque al mundo editorial español y a la función que cumple
el escritor en esta industria capaz de no solo matar convicciones creativas,
sino también la personalidad de los autores.
Así guste o no, las palabras del autor
me hicieron pensar en la actitud que vengo percibiendo en más de un escritor
local no necesariamente joven. No es para menos, las dos casas editoriales más
fuertes han salido a la caza de nuevas voces, hecho que refleja el patente
relevo que viene experimentando la narrativa peruana, si es que entendemos este
contexto bajo los criterios de las poderosas casas editoriales, que en lo
personal jamás los asumiré como norma valorativa, pero que sí me permiten ver
de qué están hechos nuestro escritores, cada día más seditas, incapaces de
mostrar una opinión discordante del implícito mandato común: no quedar mal con
nadie.
Por ello, lo que cuenta De Prada no solo
es la radiografía del sistema literario español, sino que también puede
aplicarse esa misma radiografía en provincias editoriales como la peruana. Y
como bien indica, solo sobreviven los fuertes, los que creen en la epifanía de
su propuesta, aunque la tentación sea muy grande.
Luego de ver la entrevista, hice un par
de llamadas para saber si Mirlo blanco,
cisne negro ya estaba en librerías limeñas, pero nada. Esperemos que algún
día el Grupo Planeta traiga la novela.
1 Comentarios:
Estupendo post Gabriel.
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