inmediato olvido
Anoche vi Avenida Larco.
Como ya sabemos, la película viene
despertando comentarios encontrados. No podía ser de otra manera, con mayor
razón cuando hablamos de una película que pretende venderse como generacional
cuando en realidad no sobrepasa su esencia natural: una soberana mediocridad.
Me explico. Porque sé que más de un
defensor de la película dirá que estamos ante una de mero divertimento, que no
podemos exigir de ella más de lo que puede ofrecer como tal. Eso es cierto. Sin
embargo, por ser de divertimento no podemos caer en valoraciones plásticas,
tampoco pasar por alto sus errores técnicos, el poco trabajo histriónico de sus
actores y un guion que no es más que una verguenza.
La responsable de esta película es la
productora Tondero, que ha sabido sintonizar con el interés cada vez más
creciente sobre las manifestaciones sociales y culturales de los años ochenta.
Hablamos de un interés que ya dejó de ser exclusivo para la academia, más bien,
ahora se ha convertido en uno generacional. Así lo vengo percibiendo, y desde
hace ya buen tiempo, una especie de viaje hacia aquella sensación térmica, característica
de esa década, que se proyectó hasta el lustro siguiente. No es para menos, nos
referimos a los años más complicados de la segunda mitad del siglo pasado. En
los ochenta, quien esto escribe era un niño, pero conozco a no pocos amigos y
conocidos que vivieron sus veinte en esos años, veinteañeros hoy en los
cuarenta que desde distintas ramas profesionales y artísticas recuerdan ese
tiempo como si fuera una épica social y existencial.
Por ello, fastidia que una película como
AL no se haya preocupado
en la representación de la verosimilitud de su contexto, a partir del cual sí
podía elaborar su objetivo: el entretenimiento. Pero ya sabemos que es más
fácil aplicarse a la tontera del lugar común que al trabajo. Solo así podemos
entender la magnitud de la bestialidad interpretativa y coreográfica de las
canciones, canciones puestas sin el más mínimo criterio del ritmo narrativo de
la historia, porque debían figurar sin importar el cómo.
No estoy en contra de las películas
hechas bajo el afán del divertimento, pero sí en contra del mal gusto y la
mediocridad y esta película se adueña con orgullo de estas características.
Encontrar méritos en AL, pues claro
que los hay, tan presentes como en cualquier película destinada al inmediato
olvido.
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