hildebrando pérez huarancca / "los ilegítimos"
Una de las cosas buenas que me dejó la
última edición de la Feria de Editoriales Peruanas La Independiente, fue
encontrar títulos que no hallaría en el circuito de librerías limeñas. De lo
encontrado, uno excluyente: Los
ilegítimos (Amarti, 2015) del narrador ayacuchano Hildebrando Pérez
Huarancca (1946 - ¿?).
Hasta ese entonces, no lo había leído en
formato de cuentario de autor, solo en antologías, como la no menos importante Toda la sangre (Matalamanga, 2006) de
Gustavo Faverón y El cuento peruano 1980 –
1989 (Petroperú, 1997) de Ricardo González Vigil. Los cuentos antologados,
como La oración de la tarde y Somos de Chukara, respectivamente,
testimoniaban el enorme talento de Pérez Huarancca en el terreno de las
distancias cortas.
Pero cuando hablamos de este autor, no
solo nos referimos a uno con evidente potencial narrativo. Sobre él se sigue
hablando, más aún cuando el tema de discusión no es otro que el de la violencia
política. No es para menos. La CVR señala que Pérez Huarancca fue el líder
senderista que comandó en 1983 la masacre de Lucanamarca, pero también hay
otros testimonios que afirman lo contrario.
A lo largo de los años se han tejido no
pocas leyendas sobre PH, al punto que ha servido de inspiración para personajes
de cuentos y novelas. Como a quien escribe no le gusta especular, ni mucho menos
ir a flote de los caprichos de la opinología, y en especial cuando tratamos un
punto tan sensible para la historia peruana última, seguiré creyendo, hasta que
se demuestre lo contrario, que Pérez Huarancca fue el cabecilla de esa atroz
matanza.
Por lo dicho, estamos ante un personaje
fascinante, si lo vemos en términos literarios. Y entiendo todas las polémicas
que PH pueda despertar, pero lo que nunca entenderé es el sentido de
legitimidad literaria que cierta crítica académica pretende adjudicarle a causa
de su opción política. Por ello, para hablar con fundamento sobre PH, hay que
hacerlo partiendo de su documento literario.
He leído dos veces el libro y lo puedo
calificar de irregular, pero ello no impide destacar sus verdaderas cimas
narrativas, como los cuentos La oración
de la tarde, Somos de Chukara, Cuando eso dicen y, en menor medida, Día de mucho trajín. Cualquiera de estos
cuentos podría figurar en toda antología de narrativa peruana que se
respete. No solo asistimos a la eficiencia del dominio técnico, sino también al
fuego que alimenta el espíritu de la prosa del autor, que podemos relacionar
con una voz contenida, dispuesta a denunciar, pero controlando el ánimo en pos
de su fin narrativo: la calidad estética. Además, subrayemos el trabajo con el
lenguaje que, salvando las distancias, nos remite al gran Eleodoro Vargas
Vicuña. Es decir, mediante oralidad del sujeto andino, PH supo pergeñar textos
de ficción que ponen en relieve lo mejor del indigenismo, que guía bajo la
frescura de nuevos recursos narrativos. No podemos mostrarnos entusiastas con Entonces abuelo aparecía; Los hijos de Marcelino Medina; Mientras dormían se contaban; La tierra que dejamos está muy abajo; La leva; Ya nos iremos, señor; Nuevamente
la sequía y Pascual Gutiérrez ha
muerto, que nos muestran un apuro en las resoluciones de sus tramas y un desarrollo
excesivamente oscurantista en la voz narrativa. Por otra parte, tengamos en
cuenta que la mayoría de los cuentos del volumen son cortos, y por esa misma
razón debieron estar sujetos a las exigencias de la brevedad. No hay otro
camino, mientras más breves seas en el textos, más tienes que cuidarte de los
elementos gratuitos.
Como indiqué líneas arriba, estamos ante
un cuentario irregular, pero ello no tendría que confundirnos. Para ser su
primer libro, PH aseguró un promisorio futuro literario. Ahora, tengamos en
cuenta que Los ilegítimos ganó en
1975 el concurso José María Arguedas
convocado por la Asociación Universitaria Nisei del Perú. Su edad: 29 años. Se
deduce, entonces, que no había alcanzado la plenitud de la madurez narrativa.
Por ejemplo, los cuentos que acabamos de identificar como irregulares, transitan
por los caminos seguros de las técnicas que PH venía aprendiendo, sin embargo, se
percibe en ellos la imposición de la mirada furiosa que sustenta el fuego narrativo
que signa cada una de las páginas del conjunto.
Los
ilegítimos
ha tenido una peculiar vida editorial. Se publicó por primera vez en 1980, por
Ediciones Narración; en 2004, por Ediciones Altazor; y en 2015, por la
editorial ayacuchana Amarti. Las tres ediciones están agotadas y el cuentario
es buscado a la fecha por muchísimos lectores. A saber, cuando compré esta
tercera edición, lo hice como un cazador ultramontano, emocionado y a la
expectativa. Por eso, sería bueno que alguna editorial independiente limeña
recoja este dato.
…
En SB
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