vigencia hz
Mientras releo la nueva edición de Un par de vueltas por la realidad
(Vivirsinenterarse, 2017) de Juan Ramírez Ruiz, me es imposible no preguntarme
por la extraña situación del Movimiento Hora Zero. Extraña porque no tiene
academia pero sí centenares de seguidores que se despliegan por generaciones,
algo de lo que no pueden presumir otros grupos poéticos, que tienen academia,
pero no seguidores. Pero no es el momento de las comparaciones, que llegarán y que
se sumarán a las ya realizadas.
Más allá de sus postulados como
movimiento y dejando de lado sus logros, excesos y fracasos, no olvidemos que
en su cobijo se gestaron tres poemarios de indiscutida calidad, que perviven en
vital juventud al día de hoy: Kenacort y
Valium 10 de Jorge Pimentel, En los extramuros del mundo de Enrique
Verástegui y este de JRR. Sin duda, hablamos de una primera etapa por demás
privilegiada para cualquier movimiento literario en el mundo. Imagino aquella
década del setenta, tan generosa en fervor poético, y asumo que esos tres
poemarios significaron un acontecimiento, primero para sus autores, pero ante
todo para los lectores de poesía peruana, los verdaderos responsables de la
vigencia horazeriana.
Habría que fijarnos en los libros, no en
posturas dignas del exceso juvenil. Los libros son los que quedan al final y
del movimiento horazeriano cada uno de sus integrantes ha sabido forjar una
trayectoria, es decir, han bailado con su propio pañuelo. En ese sentido, y sin
ser fanático del discurso horazeriano, se tiene que reconocer que estos poetas
han jugado limpio y se han mostrado más coherentes en su relación con la poesía.
Lo demás es poder, institucionalidad, academia, favores, argolla,
lustrabotismo, arrastrismo, arribismo y demás maravillas.
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