sábado, agosto 26, 2017

memoria dañada

En los últimos días las redes sociales y los medios de comunicación se han visto invadidos por un debate en torno a la muestra artística Resistencia visual 1992, bajo la curaduría de Karen Bernedo en el Museo Lugar de la Memoria. Como suele ocurrir, se habla hasta por gusto, pero no se parte del hecho medular: presenciar la muestra. En este sentido, aproveché el horario nocturno del LUM –los últimos viernes de cada mes– para ver la referida muestra y así constatar cuánta verdad, exageración y desinformación están presentes en el debate.
En este sentido, estoy de acuerdo con lo expuesto por el Ministro de Cultura Salvador del Solar: el LUM debe ser un espacio de reflexión en el que tengan cabida todos los puntos de vista sobre los años de la violencia política; sin embargo, me resulta imposible sintonizar con sus torpezas políticas, como llamar al director del museo, Guillermo Nugent, para pedirle explicaciones sobre la muestra en cuestión, quedando en evidencia la presión política a la que se vio sometido. Ahora, Nugent no puede ser ajeno a los señalamientos. Él sabía que las muestras del museo debían reflejar una pluralidad (y aceptó esas condiciones cuando se le ratificó en el cargo), tal y como podemos ver en las otras muestras que se desarrollan en paralelo a la que nos convoca. Entonces, ¿qué pasó?, ¿acaso Nugent creyó que el discurso de varias obras de RV1922 iba a pasar desapercibido?
Nugent no tuvo la más mínima voluntad de sugerencia en cuanto a lo que se iba a exponer, y cuando me refiero a sugerencia, no estamos hablando de censura. Como director de un importante centro cultural debió pedirle a la curadura todas las manifestaciones posibles para lo que iba a hacer (si en caso no se contaba con suficientes artistas, bien pudo usarse material bibliográfico que reflejara en amplitud lo que ocurrió en el país en 1922). ¿Tan complicado costaba ser plural?
Ahora, la falla evidente de la muestra. Y lo digo con el respeto y el cariño que le tengo a Bernedo, con quién no converso hace muchos años, y a la que siempre reconocí como una tenaz luchadora social. Ocurre que no se puede negar una verdad: la presentación de RV1992 está divorciada de la calidad de las otras salas. Uno se pregunta si una exposición así está a la altura de lo que podríamos esperar de un museo como el LUM (si el presupuesto no era suficiente, se pudo apelar al ingenio pautado por el buen gusto). Este es pues su descuido mayor, del que también dan cuenta –fui testigo de ello en mi visita– mujeres y hombres de distintas tiendas ideológicas.  
Muchas cosas fallaron en seguidilla: el poco manejo político de Del Solar, la irresponsabilidad política de Nugent (qué bueno que haya renunciado, gestores así los necesitamos bien lejos de los organismos estatales que trabajan con un tema tan sensible como la memoria, en especial la inscrita en la violencia y que pasa revista a la masacre de miles de peruanos) y el poco cuidado de Bernedo en la presentación de su muestra. 
Estos horrores dañan a la Memoria contemporánea peruana y de este daño se aprovecha la derecha ultramontana del fujimorismo.

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