domingo, diciembre 03, 2017

azul y blanco

Desperté algo tarde para lo que es mi costumbre. De la refrigeradora saqué una Inca Kola y llamé al Marino, quizá uno de los mejores restaurantes de comida marina de la ciudad. Pedí lo de siempre: arroz con mariscos y ceviche mixto.
Mientras esperaba, busqué en Spotify el Apostrophe de Frank Zappa. Este álbum se ajustaba mejor a lo que esperaba para este día de sol, pero me refiero a uno distinto, el sol de este domingo fue el anuncio de la inminente festividad de las próximas horas.
Así es, como ya intuye el lector del blog, de los que gustan de él como aquellos muchos que no, este blogger es un acérrimo hincha de Alianza Lima, club en el que brillaron Teófilo Cubillas, Hugo El Cholo Sotil, Jaime Duarte, José Velásquez, César Cueto, Víctor Pitín Zegarra y en el que se formó Paolo Guerrero. Solo un muestrario al vuelo de nombres que nos brindan una idea de la grandeza de este club, que es tal no por sus títulos conseguidos. Las pasiones no se sustentan en logros, muchachón, sino precisamente en esos arranques emocionales que, entre otras características, te hacen vivir al límite cada partido.
El éxito de la campaña aliancista de 2017 se debe a su entrenador Pablo Bengoechea. A muchos no les cuadró la contratación del uruguayo, lo recuerdo muy bien, pero esa resistencia yacía en un prejuicio que lo asociaba a la gestión de Manuel Burga en la FPF. Lo cierto es que Bengoechea, aparte de haber sido la manija de las selecciones uruguayas durante muchos años e ídolo indiscutible de Peñarol, es uno de los mejores lectores que tiene el fútbol sudamericano hoy en día. La lectura que hizo de su plantel, como de los partidos disputados en el presente campeonato, es lo que ha posibilitado que Alianza Lima consiga el título esta tarde. Bengoechea aniquiló el aliancismo, puso en modo avión lo peor de su tradición y conformó un esquema resultadista que se adecuaba a la necesidad inmediata del club: conseguir el título de campeón nacional tras once años. 
La alegría blanquiazul no se puede comparar con la de los hinchas de otros clubes. Al respecto, me imagino las amargas celebraciones de la fanática crema, del mismo modo el impostado placer celeste. No, pues. Imposible, Alianza Lima celebra, eso: celebra. Cuando Alianza Lima es, el Perú es.

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