sarta de huevones
En marzo me esperan dos eventos: el
concierto de Depeche Mode (cortesía de cumpleaños) y la boda de una querida
amiga mía. Más allá de ello, solo espero seguir en mis cosas, no alterar su
orden natural, que es lo que importa, en especial cuando vas cumpliendo los
planes de lectura que te has impuesto para este año, como volver a los títulos de
Guillermo Thorndike y el par que aún no leo.
Cada día estoy más convencido de que el
oficialismo literario local tiene una enorme deuda con este escritor a quien se
le están imputando todos los atentados contra la moral, y vaya que de
superioridad moral está poblada nuestro pueblito literario. De esto conversaba
hoy con una joven que conocí en la BNP, estudiante de periodismo que piensa
escribir un reportaje sobre Thorndike. Ella me preguntó por los libros del
autor que me han gustado más. En el instante, creo, acerté en mi lista al vuelo
(El caso Banchero, La revolución imposible, Los topos, 1879, Vienen los chilenos),
aunque fácil debo haber olvidado otro de referencia.
Seguimos un rato más en el Hall de la
BNP, pero la conversa se vio interrumpida por una noticia que ella acababa de
ver en su celular. Su agudo y seco “conchadesumadre” quebró el silencio del
lugar. De haber visto primero esa noticia, también habría hecho lo mismo,
aunque más condimentado.
La noticia no pudo ser otra que el video
de apoyo de artistas y músicos locales a Edu Saettone, para quien piden prisión
suspendida en vez de la efectiva que viene cumpliendo. Los no familiarizados
con el tema, aquí.
Una vez en la Hemeroteca, y mientras
esperaba a que me trajeran las revistas que había pedido, me informé de aquel video
que ha desatado la indignación en las redes sociales. No hay que pensar mucho:
estamos ante una muestra de la tara mayor que tiene este país de catre, fierro
y botella. En esa porquería visual ejercen protagonismo el racismo y el clasismo
que han dinamitado moral y emocionalmente a los peruanos durante generaciones.
De la sarta de huevones que aparecen en ese video, me sorprende ver a Tavo Castillo, el talentoso músico de Frágil.
Tanta insensibilidad y estúpido espíritu
de cuerpo solo puede adquirir forma en un país quebrado como este.
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