parodia de sí mismo
Si tuviera alguna sugerencia, así esta no
sea nada nueva, esa es la de alejarse de las redes sociales por algunos días. Sucede que este apego por la realidad virtual se ha convertido en el reemplazo
de la vida real. Esa es la razón por la que vemos a
tanto huevonazo enquistado en los caprichos del rebote y los likes. Pensemos en
nuestros intelectuales/artistas, que sin importar la preferencia ideológica, demuestran
una tierna incapacidad de conexión, a saber, con las vicisitudes de la vida política
nacional.
Me los imagino levantándose temprano,
removiendo el café hasta la aparición del remolino amarillento, lucubrando el
post del día mientras revisan al vuelo las webs de los diarios y revistas
peruanos, a la caza del tema a canibalizar, haciendo filtro de lo que podría
gustar más a la platea. Más de una vez me
he preguntado cómo así una red social como Facebook ha calado tanto en la
sociedad peruana. No hay que pensarlo más de la cuenta, la razón es más
sencilla de lo que parece: Facebook es el refugio de la esencia chismosa del
peruano sin importar su formación ni condición social. Da igual si lo dices abiertamente o en la valentía del Inbox,
lo que se impone es la opinión antojadiza sobre cualquier asunto. Esto trae una
consecuencia natural: el peruano de a pie no cree en el intelectual/artista, y
de yapa, también se burla de este. Cómo no burlarse cuando estos nos ofrecen Setups diarios de indignación, en los
que la chacota y la falta de calle
van de la mano. En eso se ha convertido el intelectual/artista de estas
tierras: en parodia de sí mismo.
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