miércoles, mayo 08, 2019

épica


1973 es un año maravilloso en la historia del rock. En lo personal, se dio a conocer un álbum que bien podría resumir mi biografía emocional, como sin duda también la de miles. Tuve la suerte de escucharlo a la edad indicada, digo suerte porque no siempre se conoce gente con ánimo de compartir conocimiento y gustos, gente que nada tiene que ver con los subnormales que cultivan el caletismo ilustrado, hoy en día en franca desaparición gracias a Internet, aunque nunca faltan los empecinados en la subnormalidad del caletismo, que no lo vemos en el espectro musical, sino en los graciosos lectores sin voz (y en la vida real) que dictan cátedra en las redes sociales.
En la mañana conversaba con un amigo sobre la incombustibilidad de Selling England By The Pound de Genesis. Cruzamos información sobre los álbumes del 73, año irresistible para el conocedor y que debe ser explorado por todo aquel interesado en la buena música. Como a mí me interesa todo lo referido a las manifestaciones culturales y políticas de los setenta, le di todos los títulos de álbumes y películas que recordaba. Pero este de Genesis me resulta especial debido a un par de temas, en los que no incluyo el “I know what I like”, que no necesita de mucha presentación, los cuales han contribuido a ese proceso personal sin fin que llamamos madurez: “The battle of epping forest” (que puede ser un mantra en sus 11 minutos con 43 segundos de duración y que injustamente es el gran tema olvidado de la producción) y “After the ordeal”, maravillosa obra maestra 
Se suele decir, más por ignorancia, que el rock de antes era mejor que el de ahora. En parte puede ser cierto, pero no hay que generalizar, puesto que hay bandas y propuestas solistas que habría que tener en cuenta. Lo que sí veo a favor del rock de antes, es que en él había una épica. Prueba de esa épica que oxigena a la excelente calidad musical es este álbum de Genesis.

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