épica
1973 es un año maravilloso en la
historia del rock. En lo personal, se dio a conocer un álbum que bien podría
resumir mi biografía emocional, como sin duda también la de miles. Tuve la
suerte de escucharlo a la edad indicada, digo suerte porque no siempre se
conoce gente con ánimo de compartir conocimiento y gustos, gente que nada tiene
que ver con los subnormales que cultivan el caletismo ilustrado, hoy en día en
franca desaparición gracias a Internet, aunque nunca faltan los empecinados en
la subnormalidad del caletismo, que no lo vemos en el espectro musical, sino en
los graciosos lectores sin voz (y en la vida real) que dictan cátedra en las redes
sociales.
En la mañana conversaba con un amigo
sobre la incombustibilidad de Selling
England By The Pound de Genesis. Cruzamos información sobre los álbumes del
73, año irresistible para el conocedor y que debe ser explorado por todo aquel
interesado en la buena música. Como a mí me interesa todo lo referido a las
manifestaciones culturales y políticas de los setenta, le di todos los títulos
de álbumes y películas que recordaba. Pero este de Genesis me resulta especial
debido a un par de temas, en los que no incluyo el “I know what I like”, que no
necesita de mucha presentación, los cuales han contribuido a ese proceso
personal sin fin que llamamos madurez: “The battle of epping forest” (que puede
ser un mantra en sus 11 minutos con 43 segundos de duración y que injustamente
es el gran tema olvidado de la producción) y “After the ordeal”, maravillosa
obra maestra
Se suele decir, más por ignorancia, que
el rock de antes era mejor que el de ahora. En parte puede ser cierto, pero no
hay que generalizar, puesto que hay bandas y propuestas solistas que habría que
tener en cuenta. Lo que sí veo a favor del rock de antes, es que en él había
una épica. Prueba de esa épica que oxigena a la excelente calidad musical es
este álbum de Genesis.
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