miércoles, enero 04, 2023

Gigantes veinteañeros

¿Es posible entender la literatura contemporánea en cualquier lengua sin  Enrique Vila-Matas y Roberto Bolaño? Una sola respuesta es insuficiente para quedar satisfechos, porque tanto el español como el chileno siguen siendo cajas de resonancias que se renuevan con la llegada de nuevos lectores que anhelan llevar a la vida lo leído en sendas poéticas, nutridas de una enfermiza pasión por la literatura y una visión literaria de la vida.

Enrique Vila-Matas y Roberto Bolaño forjaron un magisterio adictivo en base a la configuración y reinterpretación del espectro literario (formal, temático y estilístico), retirándolo de los salones culturosos para instaurarlo en los lectores como un modo de estar en el mundo.

Sin duda, son dos gigantes de nuestro tiempo, dueños de poéticas con más de una puerta de entrada, cualidad que en honor a la verdad pocas plumas de prestigio cumplen. Precisamente Bartleby y Compañía de Vila-Matas y Putas asesinas de Bolaño han cumplido veinte años de absoluta vigencia. El primero, que debió celebrar este onomástico el año pasado —en plena pandemia que retrasó los festejos—, y el segundo que sopla velas en este 2021, son más que excelentes pretextos para volver a sus páginas o ser parte del asombro si es que aún no se ha ingresado a ellas.


Foto inédita hasta hoy. Vila-Matas y Bolaño en Can Flores, un restaurante de Blanes.



Con una trayectoria signada por la inteligencia, la ironía y el humor, Vila-Matas entregó en el año 2000 un precioso libro híbrido, en el que especulaba sobre los motivos que llevaron a autores de renombre a renunciar a una continuidad en la escritura sin tener en cuenta la expectativa generada por sus libros ya publicados. Escritores del No, en la estirpe del recordado protagonista de Bartleby de Herman Melville, como Juan Rulfo, Robert Walser, Augusto Monterroso e incluso Julio Ramón Ribeyro, que si bien fue creador de una obra prolífica, nunca dejó de tener una relación ambivalente con la escritura. Lo que llamó la atención de este libro fue el tejido narrativo que se imponía a las fronteras genéricas. Si el híbrido anunciaba su posible influencia para los años venideros, con Bartleby y Compañía se rubricó su legitimidad para los lectores y autores del nuevo siglo.

Del mismo modo, a inicios de este siglo, el nombre de Bolaño era una bola de fuego a razón de la monumental novela Los detectives salvajes (1998) y cuando en setiembre de 2001 apareció Putas asesinas más de uno quedó descerebrado y estupefacto, al menos esto es lo que recuerdo con nitidez de esa época. Aparte de sus evidentes virtudes narrativa, este cuentario exhibía un extraño poder de seducción que calzaba con la furia juvenil del lector: la posibilidad de jugársela por una vida en estado de poesía.

En el difícil terreno de las distancias cortas, Bolaño supo integrar en trece cuentos la riqueza diáfana de su estilo (“El Ojo Silva”, “Últimos atardeceres en la tierra”, “Encuentro con Enrique Lihn”, “Carnet de baile” y “El retorno”) y su poliédrico mundo pop mediante personajes que compartían las mismas señas de los recordados Arturo Belano y Ulises Lima, personajes estelares de Bolaño: la poesía vital del desarraigo. Aún recuerdo a varios amigos y conocidos que tras esta lectura quisieron ser como Bolaño. Todo es posible en la imaginación.

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Publicado en CARETAS. Edición impresa. Septiembre de 2021.

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