lunes, diciembre 02, 2019

juego de favores


Un artículo de Ignacio Echevarría me lleva a uno que escribí para Caretas (edición impresa 2616). Ambos textos muestran una inquietud en común: la conformación de los jurados de los premios nacionales de literatura.
Como ya sabrá el lector atento, el Premio Nacional de Literatura de España lo ganó Lectura fácil de Cristina Morales. Esta es una novela que se alzó también con el Herralde 2018 y que confirma no solo el constante buen momento de la autora, sino también un proyecto que, en mi opinión personal, es uno de los más sólidos del imaginario narrativo hispanoamericano actual. Echevarría incide en que habría que mejorar los mecanismos de selección de los jurados en cuanto a su preparación para los textos escritos en catalán y euskera.
Imposible, entonces, no pensar en los ganadores del último PNL peruano en sus tres categorías (Literatura Infantil y Juvenil, Cuento y Poesía), que no han despertado el entusiasmo de nadie. Este galardón del Ministerio de Cultura tiene todo para convertirse en el más importante del país, por la sencilla razón de que transita por títulos ya valorados por la crítica y los lectores. Pero claro, si hablamos de este ministerio, no podemos dejar de pensar en su dejadez cíclica, la cual viene condimentada con una soberbia burocrática, que nos lleva a un despilfarro de dinero y a una mentira: que sus libros premiados son los mejores en sus respectivas categorías. 
Al Mincul no le interesa trabajar en pos de una claridad, le importa poco (o nada) filtrar los nombres recomendados por las instituciones académicas y culturales que proponen a sus representantes para la conformación del jurado del PNL. Todo indica que su labor es servir chizitos, gaseosas y panes con atún. En otras palabras, sus funcionarios creen que están en su chacra y pasan por alto el evidente juego de favores que llevan a cabo las instituciones al proponer a sus «especialistas». Se entiende, pues, que el problema de los jurados es doble: su escaso conocimiento de las publicaciones y su ética. Ante esto, ¿los funcionarios del Mincul deben hacer algo? Por supuesto, porque para eso se les paga de nuestros impuestos, para que protejan los intereses de los lectores peruanos, o en todo caso, hacer menos vergonzoso el juego de argolla institucional que sugiere al causa como jurado.

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