Herbert Rodríguez: “La mayor parte de mi creación artística la he realizado en diálogo con la agenda social y política, de cada periodo en el transcurso de las décadas”
La reinstalación de la muestra La paz es una promesa corrosiva, bajo la curaduría de Jorge
Villacorta y Viola Varotto, en la Sala Juan Pardo Heeren en la sede Lima
Centro del ICPNA hasta el 17 de diciembre, promete avivar la discusión sobre los años 80. Su artista
responsable, Herbert Rodríguez, conversa con CARETAS sobre su vigencia.
—Cuando esta exposición se presentó
en la Bienal de Venecia, se desató una polémica intensa. Un año después tenemos
su reinstalación en Lima.
En la reinstalación de La paz es una promesa corrosiva exhibo
un tótem digital, con capturas de pantalla de doscientos comentarios, que son
reacciones locales al primer conjunto de fotos del Pabellón Peruano en Venecia
2022, difundidas por Patronato Cultural del Perú en su Facebook. En amplia
mayoría son de un visceral rechazo a lo que mostraban las fotos. Al final de
ese grupo de opiniones, muestro dos artículos de revistas especializadas
internacionales. Uno opina que el Pabellón Peruano es una de las mejores
exposiciones de la Bienal, y, el otro, que es uno de los pabellones nacionales imperdibles en Venecia. Este
contraste entre rechazo acá y valoración afuera, tiene que ver con la
inexistencia en el Perú de políticas públicas relacionadas al arte
contemporáneo, la igual inexistencia de museo público de arte actual, y,
además, la nula presencia de expresiones plurales de arte contemporáneo en
medios masivos de comunicación, como recurso para que el público amplio se
actualice. En este escenario de carencias, sostener una carrera artística
profesional actualizada, crear un arte con impacto social, exige una enorme
cuota de resistencia.
—La paz es una promesa corrosiva
es pasado y presente. ¿Sigues siendo el mismo inconforme de los 80?
La mayor parte de mi creación artística la he
realizado en diálogo con la agenda social y política, de cada periodo en el
transcurso de las décadas. Un recurso de mi resistencia es el acopio de
documentos relacionados a cada proceso creativo, su sistematización y difusión
buscando el diálogo intergeneracional, por ejemplo, con la exposición y libro Inteligencia Salvaje de 2019. Y, claro,
sigo siendo reactivo al racismo cultural normalizado en la escena institucional
del arte peruano, y al hecho que la mayoría de las prácticas artísticas locales
existan en su nube artificial flotando distante de la realidad social.
—¿Recuerdas por qué optaste por elementos
artesanales?
El artista no puede hablar de cuestionar el elitismo
en el arte, sea en las técnicas, soportes, contenidos y espacios de difusión,
si sigue sosteniendo las categorías de lo “bello”, “sofisticado” y “excepcional”
del arte oficial relacionado a los materiales convencionales de tienda de arte.
Y, claro que es arte la obra que está hecha con materiales perecibles y
baratos. Un dibujo o una composición, ¿deja de ser una obra de calidad
artística por estar hecho sobre papel periódico? Me resulta más expresiva,
creativa e innovadora, vital y pertinente. una obra hecha con técnicas mixtas y
experimentales. Por ejemplo, una que utiliza documentos que reflejan la
realidad social, poniendo en evidencia el problema del negacionismo hacia la
época de la violencia. ¿Dónde difundir ese tipo de creatividad?, pues, en la
calle, en parques y universidades, como fueron mis murales collage del 89, o
los murales del jirón Quilca en el tiempo del CC El Averno, y, cómo no, en las
salas de arte que respetan la autonomía creativa. La pregunta es ¿quiere el
artista ser un profesional situado en su época que produce de cara a la
comunidad amplia, o quiere ser un productor de obras de arte funcionales a un
reducido sector conservador? Ojo, no pierdan de vista la ola de reformas que se
vienen dando en los museos de la región y el mundo, que buscan ser foros de
debate ciudadano, y, por lo tanto, una de sus tareas es desmantelar los
obsoletos criterios de valor modernos, para recuperar prácticas artísticas
marginadas y estigmatizadas, ejemplo, el collage agit prop.
—Tu campaña Arte-Vida generó polémica. Te
enfrentaste a Sendero Luminoso. SL ha estado presente en la vida política
peruana en los últimos dos años.
Sí, considero que la opción política mesiánica y
totalitaria, que buscó “inducir genocidio” en el periodo de la violencia, es
una latente, potencial, amenaza. Desactivarla implica hacer realidad el eslogan
“La paz nace de la justicia”. Idea propuesta desde la sociedad civil en los 80,
para contrastar la opción violentista como recurso simplista para acabar con el
terrorismo. Tu pregunta me produce ansiedad y zozobra, porque en estos tiempos
de neoconservadurismo, ser artista crítico significa el riesgo de ser tildado
de “comunista-terrorista”. Me remito a algunos de los comentarios del tótem
digital, que mencioné antes, como análisis de caso de esta intolerancia. Y no
importa que, de manera explícita y con evidencias de fotos y documentos, haya
confrontado a Sendero en una universidad que ese grupúsculo terrorista buscaba
copar. Y, desde el otro extremo, apelando a la insidiosa posverdad, alguno me
acusa de ser funcional al aparato represivo del Estado. Bueno, desde los 80 esta tensión marca a
quienes queremos ver la realidad con los abiertos, ejerciendo autonomía
creativa.
—Cuando no se discutía la violencia
de género, por ejemplo, tú ya lo hacías en tu obra.
Nos falta una memoria de las políticas culturales
relacionadas a las artes visuales. Mira esta lista de
esfuerzos colectivos que buscaron cambiar el escenario de debilidad de las
instituciones artísticas, la mayoría surgidas del propio sector de la cultura: Congresos de las Artes, Congreso de
Políticas Culturales; Encuentro Nacional de Cultura, Somos Cultura, Picnic de
Día del Trabajador del Arte, Vota Cultura, Lunes de Crítica, Asamblea General
de Trabajadores de las Artes. Recordar cuándo se dieron y qué proponían, quiénes
fueron sus protagonistas y a quiénes convocaron, sería útil para evitar que
cada nueva generación de artistas se sume a un escenario de amnesia. Es
complejo el reto de ser un artista ciudadano en un contexto de desmemoria.
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Publicado en CARETAS. Edición impresa 2689.
Etiquetas: herbert rodríguez la paz es una promesa corrosiva
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