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Me conecto algo tarde. Algunas
sensaciones se presentan en esta tarde de sol luminoso, tibio, que ingresa a mi
cuarto tiñéndolo de amarillo. Me gusta esa suerte de tibieza uterina, pues no
es un sol que quema, sino que abriga. El sueño es una tentación, porque no he
podido dormir bien durante la madrugada, a causa de los ladridos de Onur, pero
no importa, no me quejo de los conciertos sinfónicos de los perros del barrio.
Prendo la portátil, la ubicada en la
sala. Mientras enciende me sirvo jugo de naranja y café. No hay nadie en la
casa, mis padres han salido y han dejado una nota que llegarán tarde. La razón:
un tío, ya muy mayor, acaba de fallecer. Este tío era policía, un hombre recto,
según lo que me contaba mi padre.
A mis pies, Onur. Mirándolo de arriba,
Onur parece un murciélago, el falso pekinés levanta la mirada, porque su
instinto le dice que estoy comiendo, cuando lo que en verdad hago es tomar café
y jugo de naranja. Lo miro y juego con sus expectativas. Ingreso a las cuentas
que debo ingresar.
No deja de sorprenderme la superioridad
moral de la gente del FA.
Me preocupa que La rata naranja aventaje
a PPK en la encuesta de CPI. Y me preocupa doblemente la estrechez de nuestra
maravillosa izquierda peruana y de toda la posería que la conforma, salvo
excepciones, porque en ella también hombres y mujeres coherentes, pero estos
son los más silenciosos y a la vez los más autocríticos con la realidad de esta
izquierda acostumbrada a apoyar a cualquier adefesio que les signifique una
oportunidad de llegar al poder.
No pocos ponen el grito en el silencio
por el editorial del Comercio, en donde se le pide a Mendoza que despeje las
dudas sobre su relación con el chavismo. Eso, Vero, te desmarcas y verás cómo
dejan de joderte, sugerencia que también debería ser hecha por su círculo más
cercano. Lo de las agendas de su ex íntima amiga Nadine, tienen solución. Pero lo
otro, ante un asunto tan delicado sobre los presos políticos venezolanos a los
que calificó de golpistas, sí merecen un despeje de dudas.
Me salgo de la alharaca virtual y me
concentro en el cuento inédito de “Jeremy”, quizá lo mejor que ha escrito, aunque
no quiero caer en la jugarreta de decir que es superior a los relatos
publicados de otros escritores, sean generacionales o no. Siempre he sido de la
idea que los textos de ficción deben ser sometidos a escrutinio una vez que
salgan publicados, solo así se podría hablar con base, lo demás, como he visto
por allí en un post de un pata influyente y dueño de un aparato crítico que más
parece un grupete de guaripoleras, es solo purita demagogia.
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