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Me levanto temprano. A las 6 y me pongo
a leer hasta las 9. Luego duermo hasta el mediodía. Empieza la jornada. Algunas
llamadas por hacer y más de una coordinación. Trabajar desde casa tiene sus
ventajas, pero también sus bemoles. Lo quiera o no, se extraña el caos del
Centro de Lima. Es un caos genuino, la expresión de la verdad del ciudadano de
a pie.
En la cocina me sirvo una taza de café.
Me preparo un par de panes con mermelada y cojo los periódicos que están sobre
la mesa. Leo detalles y repasos de lo que fue la jornada de ayer. Llama mi
atención una entrevista a Hugo Neira en Perú 21, y lo que este dice de Verónika
no es menos cierto. Allí tienen el periódico y su edición online para la
respectiva búsqueda. Pues bien, en unas horas subiré un texto que seguramente
no gustará a muchos, pero en el cual se deja por escrito mi punto de vista de
lo que ha sido esta primera fase del proceso electoral.
Pero me concentro en lo mejor, en lo que
puede justificar el día, en el cumpleaños de mi amiga Verónica, que desde hace
años vive en Suiza, dedicada a la escultura. Aprovecho este medio, este pequeño
post, en desearle un buen día, que la pase bien en compañía de su familia. Verónica
no usa Face, ni Twitter, ni mail, lleva tiempo en una franca apuesta por un
regreso a los orígenes de la comunicación. De vez en cuando, se dirige a un
café internet de su pueblo, solo en ese momento se entera de lo que está
ocurriendo en el mundo. A veces pienso, que eso sería lo ideal para todos,
volver a los orígenes de la comunicación, pensar y analizar antes de hacer las
cosas, no ser parte de esta frivolidad apurada en la que estamos inmersos,
siendo cada día menos humanos, e indudablemente, más idiotas.
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