sábado, abril 23, 2016

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El sueño sin sueño. Despierto despejado, aunque en mi cabeza aún siento algo de cosquilleo, de esos que adormecen, presentes en las mañanas, tan característicos; la prueba, testimonio, de que la pasaste bien en la noche. En mi caso, fue así, la pasé bien con mis amigos libreros de Quilca, que ahora tendrán un espacio en donde puedan trabajar. Se ha avanzado un poco y se seguirá avanzando, pero lo de anoche fue una suerte de logro importante, de esos que animan a que se sigan haciendo las cosas sin la ayuda de las entidades del estado, que ya sabemos muy bien cuánto les importa la cultura.
Ahora todo dependerá de los heroicos libreros quilquenses que estuvieron en estos últimos meses rescatando un parque que se suponía tenía que ser un parque, en medio del sol y bregando contra los inevitables trámites burocráticos, que a más de uno desanimaría. Pero no, estos libreros no se desanimaron y en ello sí es menester reconocer su compromiso con el comercio de un producto tan noble como el libro.
Llegué al Parque de la Integración cerca de las 5 de la tarde. Minutos antes había estado conversando con Juan, de Páginas de Espuma, en El Virrey de Lima. Mientras me dirigía a la inauguración, llamaba a Milagros, directora de La Casa de la Literatura, para saber si ya se dirigía a la inauguración, puesto que ella era la madrina de los libreros quilquenses.
Más allá de los apuros naturales y espontaneidades que generan las inauguraciones, condimentadas en peruanidad, la inauguración no pudo salir mejor, con un concierto de cierre a cargo de Los Mojarras, con libreros, lectores, amigos y sapos cantando, moviéndose y brindando por la cultura, o por lo que les diera la gana de celebrar. 
Cuando me estaba retirando, recibí la llamada de “Mr. Chela”, que ya estaba en lo suyo y dirigiéndose a la inauguración que acababa de terminar. No le dije que la inauguración había terminado, mas bien, lo animé a que vaya porque la cosa recién comenzaba. Lo que parecía una conversa fugaz, amenazó con extenderse, aunque para bien, ya que “Mr. Chela” le puso punto final a una novela corta, de esto hace tres semanas, novela de la que según algunos escritores que ya la leyeron, le dijeron que estaba muy bien. El pata estaba contento, satisfecho en todo. Y sí, “Mr Chela” tiene talento, solo que a veces se tuerce en una oscura festividad etílica. Le pregunté por el título de su novela. Imaginaba pues un título a lo Lowry, Hemingway, pero no, el título me dejó pensando, y para pensar mejor, no dudé en cortar la llamada ni bien lo escuché, ajá, sí, Buenos criollos.

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