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El sueño sin sueño. Despierto despejado,
aunque en mi cabeza aún siento algo de cosquilleo, de esos que adormecen,
presentes en las mañanas, tan característicos; la prueba, testimonio, de que la
pasaste bien en la noche. En mi caso, fue así, la pasé bien con mis amigos
libreros de Quilca, que ahora tendrán un espacio en donde puedan trabajar. Se
ha avanzado un poco y se seguirá avanzando, pero lo de anoche fue una suerte de
logro importante, de esos que animan a que se sigan haciendo las cosas sin la
ayuda de las entidades del estado, que ya sabemos muy bien cuánto les importa
la cultura.
Ahora todo dependerá de los heroicos
libreros quilquenses que estuvieron en estos últimos meses rescatando un parque
que se suponía tenía que ser un parque, en medio del sol y bregando contra los
inevitables trámites burocráticos, que a más de uno desanimaría. Pero no, estos
libreros no se desanimaron y en ello sí es menester reconocer su compromiso con
el comercio de un producto tan noble como el libro.
Llegué al Parque de la Integración cerca
de las 5 de la tarde. Minutos antes había estado conversando con Juan, de
Páginas de Espuma, en El Virrey de Lima. Mientras me dirigía a la inauguración,
llamaba a Milagros, directora de La Casa de la Literatura, para saber si ya se
dirigía a la inauguración, puesto que ella era la madrina de los libreros
quilquenses.
Más allá de los apuros naturales y espontaneidades
que generan las inauguraciones, condimentadas en peruanidad, la inauguración no
pudo salir mejor, con un concierto de cierre a cargo de Los Mojarras, con
libreros, lectores, amigos y sapos cantando, moviéndose y brindando por la
cultura, o por lo que les diera la gana de celebrar.
Cuando me estaba retirando, recibí la
llamada de “Mr. Chela”, que ya estaba en lo suyo y dirigiéndose a la
inauguración que acababa de terminar. No le dije que la inauguración había
terminado, mas bien, lo animé a que vaya porque la cosa recién comenzaba. Lo que parecía una conversa fugaz, amenazó
con extenderse, aunque para bien, ya que “Mr. Chela” le puso punto final a una
novela corta, de esto hace tres semanas, novela de la que según algunos escritores
que ya la leyeron, le dijeron que estaba muy bien. El pata estaba contento,
satisfecho en todo. Y sí, “Mr Chela” tiene talento, solo que a veces se tuerce
en una oscura festividad etílica. Le pregunté por el título de su novela.
Imaginaba pues un título a lo Lowry, Hemingway, pero no, el título me dejó
pensando, y para pensar mejor, no dudé en cortar la llamada ni bien lo escuché,
ajá, sí, Buenos criollos.
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