martes, abril 26, 2016

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Después de algunos días desconectado y felizmente alejado de los inevitables trabajos, regreso este martes, día de (mismo) sol radiante y  tibio.
La pasé leyendo algunos libros de ensayo, cuyos tópicos imagino que me ayudarán en la investigación que estoy haciendo para un ensayo que me está saliendo más largo de lo que pensaba. Siempre hago lo mismo cada vez que me encuentro escribiendo un ensayo, largos como este, es decir, voy a la busca de fuentes que refuten lo que pienso decir, no para acomodar mi versión, como no pocos hacen, sino para reforzarla como argumento, de paso, también me sirven de acicate al estilo, que en mi caso, va unido a mi estado de ánimo.
Pero este martes de sol generoso, se me anuncia algo adrenalínico. Abro los archivos que debo acabar y mis dedos se desplazan por el teclado como si recorrieran una piel tersa o una pista de ballet sobre hielo. El apuro es atendible, porque mi deseo es ver la semifinal de la Champions sin nada más que hacer durante una hora o el tiempo que dure el Real Madrid con el City. Antes, me dispongo a almorzar. Han hecho pescado al horno, con vegetales y papas cocidas.
Buenazo.
Luego de almorzar, me dispongo a alistarme para ver el partido. Apago el celular, que últimamente viene sonando más de lo acostumbrado. Luego del partido leeré la novela inédita de “Mr. Chela”, Buenos criollos, aunque vengo pensando en que también serviría el título El arcoíris de la ebriedad. En fin, eso lo dejo para después. “Bolaño de Ñaña”, “Cachetada nocturna”, “El caminante” y “Dante Kid” están muy entusiasmados con ella, juran (y rejuran) que es lo más contundente desde la publicación de Bajo el volcán. Sé que los zepitas a veces exageran, pero confío en su capacidad de lectura.  
El partido no fue el que me esperaba, pero todo indica que el Madrid llega a la final. Al rato, me pongo a buscar en Youtube los goles de Johan Neeskens, principalmente los de su etapa en el Barcelona. Jugadorazo, que desde hace unos días se encuentra en Perú, recorriendo ciudades del interior capacitando a entrenadores de menores. La prensa ha informado lo suficiente de él, pero me extraña que algunos jugadores del 70, a excepción de Sotil, no digan nada del paso del colorado. Para muchos de ellos, al menos es lo que sabemos de la boca de Miflin, fue Neeskens quien imposibilitó la continuidad de Sotil con los azulgranas, pero ese silencio de nuestros peloteros setenteros y ochenteros quizá se deba a esa broncaza con el Cosmos, en un partido amistoso en el que corrió harta patada y no poco puñete, broncaza iniciada por el holandés, que recibió un puñetón solapa de Cueto.

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