martes, mayo 31, 2016

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Anoche, luego de una jornada leyendo y escribiendo, me alisté para surtirme de películas en Polvos Azules.
En plena Av. México, mientras espero la custer, avenida más despejada gracias a que no es hora punta, observo a las chicas que a los cambios de las luces del semáforo se ponen a vender sus cosas, como chicles en barra, pye de manzana y cafés. Las veo todas las veces que salgo de noche y cada vez, obvio, que me voy a la Av. México. Hace un tiempo un pata se expresó con pena de ellas, por lo poco que podrían ganar, pero le hice ver que su punto de vista estaba hasta las huevas, sin asidero alguno, porque estas flacas ganan más que esos huevones que las miran con pena y deseo, porque bien que se las quieren levantar, puesto que si hay algo cierto en estas flacas, es que de feas no tienen nada, además, la proporcionalidad carnal de sus cuerpos se ajusta al gusto del hombre peruano promedio, en especial la de una, la más alzada que vende chicles y cigarros. Ella, al igual que las otras dos, saben bien lo que el potencial cliente busca de ellas, y para llegar a lo que buscan, tienen que comprar muchos cicles, cigarrillos, pye de manzanas y cafés, choferes que anhelan que el cambio de luz se demore más de lo que debe demorarse.
Una vez en Polvos Azules, me encamino al stand de Holy. Desde hace un tiempo le compro a ella porque es la única del Pasaje 18 que se queda hasta tarde. Y entonces, me pongo a revisar los catálogos de películas, teniendo en mente que debo preguntarle si tiene las películas que días antes me recomendaron MJ y P. Holy las tiene y seleccionó diez más del catálogo. Me despido y se me antoja un café. Entonces camino al Minimarket del grifo de Grau. Primero, me abastezco de cigarros,  y después me sirvo un Cappuccino Espresso. Me quedo en el Minimarket hasta terminar mi café. No puedo caminar y a la vez beberlo, lo que menos me gusta es caminar con cuidado, sosteniendo un vaso que en cualquier podría manchar mi mano. Mientras bebo el café, hago algunas llamadas y respondo todos los mensajes del wsp.
Puedo regresar a casa, pero decido caminar un poco más. Son las 9 y 30 y la ciudad se me antoja más oscura en su esencia, como si estuviera conteniendo una furia. El frío despeja las calles y subo por Carabaylla hasta la Plaza San Martín.
La cruzo hasta el Bolivarcito y entro un toque.
Pido un trago de la casa.
Reviso detenidamente las películas que he comprado. Para esto apago el celular, algo que debería hacer más de uno, la animalización de estos tiempos nos ha hecho perder contacto con la realidad. Me sirven el trago. Miro la Plaza San Martín, me concentro en sus grupos humanos que los conozco bien sin conocerlos. 
Seguiré bebiendo, pero me percato de la presencia de “Cachetada Nocturna”, acompañado de tres mujeres, más altas que él, pero a medida que se acercan a la Colmena, esta mujeres revelan lo que son: tracas, tracas que endiosan al novelista ganador. Iba a pasarle la voz, pero preferí no hacerlo.

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