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Un buen café en la mañana puede hacer
muchas cosas por uno. Me levanté temprano, hice cien mancuernas y me metí a la
ducha. En el desayuno solo jugo de naranja y café. La naranja se ha convertido
en mi droga mañanera, pero el café es el combustible, la droga necesaria
repotencia mis recursos intelectivos y sensitivos durante toda la jornada.
Hace unos días vino “El pupilo” a casa. En
la mañana le mandé un Inbox y le pregunté si le gustaría almorzar en mi casa. Ese
sábado día preparé mi especialidad: lentejas con carne. Además, tiempo que no
sabía nada de él, pese a que no deja de ayudarme con algunas cuestiones de
promoción de los diálogos literarios que realizo en El Virrey de Lima. “El
pupilo” es el man de los flyers
promocionales.
Le di las señas de mi barrio. “El pupilo”
venía de estudiar de La Molina y a las 2 en punto me llamó para decirme que
estaba cerca. Entonces salí a buscarlo y lo llevé a casa. Almorzamos las
lentejas con carne. Luego, se puso a inspeccionar los estantes de mi
biblioteca, una biblioteca repartida en tres espacios de la casa. Pues bien, en
una mesa, de madera y desarmable, ubicaba en el recibidor, están dispuestos más
de trescientos libros en siete columnas. Le dije que escogiera diez libros de
allí. “El pupilo” no lo creía, pero luego de la insistencia de Onur, comenzó a
escoger.
A la hora lo acompañé al paradero y me
puse a pensar en el trayecto que hacía todos los días para ir a estudiar. De
Los Olivos hasta La Molina. Un trayecto salvaje de por lo menos dos horas para
la ida, y fácil dos horas y media para la vuelta, teniendo en cuenta lo salvaje
que puede ser la hora punta. “El pupilo” abordó un bus que lo llevaría de
regreso a su casa, la ruta lo llevaría por un vueltón por toda la ciudad. Pero
al menos, haría ese viaje sentado.
Regresé a casa y me senté frente a la
pantalla de la Laptop, estaba por acabar un texto, una manera de esperar el
partido entre Perú y Haití, pero esa espera llevaba la carga de la tensión,
porque al día siguiente eran las elecciones presidenciales. Seguramente le ha
ocurrido a muchos, que han empezado a sentir una fuerte y pesada sensación de
resaca, que en mi caso se ha apoderado de mi cabeza y que hasta el día de hoy
no la puedo despejar de la misma. Aunque los expertos digan que es irreversible
el resultado, cosa que me alegra, no bajo la guardia. Si algo caracteriza a la
mafia naranja es la jugada sucia a último momento.
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