alertas
Si una característica se impone en el
espíritu fujimorista, esa es la viveza. La viveza, entendiéndola, en su más sucia
expresión.
Era, más o menos, lo que esperábamos que
podría ocurrir. El actual margen estrecho entre PPK y Keiko Fujimori estaba
dentro los cálculos. La razón para explicar ese recorte porcentual es uno solo:
el contubernio nada oculto entre el fujimorismo con el JNE y la ONPE.
No hablamos pues de una impresión al
vuelo, hablamos de una situación que todos hemos visto, y no necesariamente los
peruanos, sino también las autoridades democráticas que han venido a observar
el desarrollo de esta proceso electoral, como la representante de la UE Renate
Weber, que ha indicado que la transparencia en este fue parcial, cuestionando
la insuficiente fiscalización al financiamiento de los partidos políticos peruanos.
¿Qué es lo que quiere decir la señora Weber? Fácil: no se ha tenido mano dura
con esa aberrante relación entre el narcotráfico y la política.
Hablamos de narcotráfico. Política.
¿Acaso no es ese otro contubernio del que ha hecho gala, y en especial debido a
su desfachatez en el último tramo de la contienda, el partido de la señora Fujimori?
La millonada desplegada por el partido naranja ha sido no menos que
sorprendente. A esto sumemos que once congresistas naranjas vienen siendo
investigados por lavado de activos, ni hablar del señor Ramírez, investigado
por la DEA.
Las dádivas que ha entregado el
fujimorismo en pos de simpatizantes nos hacen recordar las prácticas electorales
que llevaron a cabo a fines de los noventa. Esa misma táctica se ha aplicado en
este proceso, primero de manera muy solapada y en los últimos días con desfachatez,
hechos de los que se dieron cuenta todos los peruanos, todos los medios, todos
los veedores, menos, o vaya coincidencia, las institución encargada de hacer
cumplir la ley electoral, el JNE, a la que no le tembló la mano para sacar a
Acuña y Guzmán por faltas muy menores en comparación a las dádivas del partido
de la señora Fujimori. Cuando más se necesitaba del JNE, de su imparcialidad,
esta se hizo de la vista gorda contra todas las denuncias sustentadas en
distintos formatos de prueba. Fuimos testigos de que esta institución estatal
está comprada con el dinero del narcotráfico.
Por ello, más de uno se encuentra listo
para volver a las calles, para hacer suyo ese derecho a la libre expresión, al
llamado de justicia que va a indignar a decenas de miles de peruanos. Hablamos
de una actitud democrática por demás legítima, puesto que el fujimorismo no ha
jugado limpio, ha hecho lo que le ha venido en gana en pos de volver a ser
gobierno cueste lo que cueste. Lo advirtió anoche Fernando Olivera.
Fujimorismo, JNE y ONPE, rememorando viejas prácticas noventeras, apuntan a
consumar el fraude.
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