Entrevista a Marco Avilés
Hay
una sensación que contagia en estas crónicas, una suerte de intención: nos
hacen pensar en la posibilidad de conocer los lugares que has visitado. En este
sentido, hablamos de un triunfo. El libro seduce a viajar hacia una realidad,
que con sus problemas, traumas y desgracias, también reflejan un mundo seguro
para quienes lo habitan, no necesariamente un mundo feliz.
Un amigo novelista me dijo que le había
gustado un fragmento en especial. Es la parte en que tres agricultores de
Andahuaylas llegan a Lima por primera vez y, en el momento en que lo hacen, yo
describo lo que ven: un desierto lleno de basura y de granjas de pollos,
avenidas llenas de humo y gente apagada, gente comiendo como si esa fuera la
única forma de felicidad. La ciudad vista por el hombre rural es un lugar
desolador. Lo raro es que pocas veces tenemos oportunidad de leer ese punto de
vista.
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