domingo, agosto 13, 2017

de reparto

La venía postergando, pero decidí verla a razón de una buena amiga que siempre acierta con sus recomendaciones. Lo que escuchaba y leía de la serie Ozark (2017), valía conocerla de inmediato, mas no podía porque estaba viendo otras series, como revisitando algunas películas de Paul Mazursky.
Creí que la vería a ritmo de siempre: dos capítulos por día. Pero como la ansiedad es uno de mis males característicos, miré de corrido sus diez capítulos, en maratónica sesión –de noche y madrugada– que valió la pena.
De las muchas cosas que me gustaron de la serie, más allá de su tema medular del lavado de dinero (en verdad, este post da para otro mucho más largo), queda en mi retina la galería de sus personajes secundarios. Al respecto, mientras desfilaban el agente del FBI Roy Petty (Jason Butler Harner), la joven, peligrosa e inteligente Ruth Langmore (Julia Garner) y la desconfiada y tan llena de carácter Rachel (Jordana Spiro), pensaba en la rica tradición de actores de reparto que exhibe la industria gringa. Es cierto, habría que hacer eco de los años de oro de la series, pero esta celebración no sería lo que es sin esos actores y actrices que dan vida a personajes en los que se sostienen no solo los personajes principales, también el tronco argumental. 
Pensaba en estos tres personajes de Ozark. Y me preguntaba por qué el asunto del lavado de dinero no es explorado en nuestro contexto (sea en series, películas y novelas), tan rico en esta clase de maravillas para la ficción. Me lo pregunté y se lo comenté a mi amiga, pero también la respuesta inmediata a esta situación no es menos que apabullante: nuestros creadores no están pensando en la Historia. Piensan en la forma y la experimentación, y los que piensan en la Historia, lo hacen de forma barata y efectista, acicateados por los resultados pecuniarios inmediatos. A esto sumemos el desconocimiento de una tradición (literaria o visual) que los lleve a ubicar a los personajes secundarios, es decir, si ni siquiera pueden ubicarlos, no nos extrañe la incapacidad para configurarlos. Un personaje secundario bien perfilado resulta más importante que el principal, lo dice el manual. Venimos, pues, desaprovechando por desconocimiento e intereses snobs el crisol de historias que nos ofrece precisamente la calle.

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