miércoles, junio 12, 2019

chicotazo de realidad


Ayer en la noche, tras una conversa con un autor que estimo mucho, me dediqué a caminar, como quien mata el rato hasta las nueve. Tenía dos horas aparentemente libres, que quise utilizar leyendo, pero por más que busqué un café ideal para hacerlo, el ruido de la hora punta desanimaba mi intención. ¿Qué quedaba? No mucho, al menos intentar que el hueveo sea más o menos productivo, como recorrer algunas exposiciones. Esa fue mi idea, pero en el trayecto a la sala Miro Quesada Garland, vi un local de Librerías Crisol.
Entré.
Recordé que en estos días hay ofertas en Crisol.
Me puse a ver los títulos, algunos interesantes, otros no tanto. Llamó mi atención la presencia de torres de libros de ficción peruana. Vi los nombres de los autores, muchos de mi generación, alucinados de exitosos cuando tuvieron que promocionarlos, quejosos ante la poca atención de la crítica pero satisfechos con “la respuesta” de los lectores. La realidad ha demostrado que esa narrativa de la consagración es tan vacía y falsa como la moda narrativa del yo. 
Que tu libro aparezca en las ofertas no debe ser motivo de trauma, así este se halle en una columna hecha con esmero. A lo mejor, mediante esa oferta, tu título encuentre su lector. Como digo, aparecer en la oferta no debe generar más análisis de lo que ya es obvio. Lo que sí es preocupante es no aceptar la contundencia de la realidad: más allá de las redes, no eres ni mierda.


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