chicotazo de realidad
Ayer en la noche, tras una conversa con
un autor que estimo mucho, me dediqué a caminar, como quien mata el rato hasta
las nueve. Tenía dos horas aparentemente libres, que quise utilizar leyendo,
pero por más que busqué un café ideal para hacerlo, el ruido de la hora punta
desanimaba mi intención. ¿Qué quedaba? No mucho, al menos intentar que el
hueveo sea más o menos productivo, como recorrer algunas exposiciones. Esa fue
mi idea, pero en el trayecto a la sala Miro Quesada Garland, vi un local de
Librerías Crisol.
Entré.
Recordé que en estos días hay ofertas en
Crisol.
Me puse a ver los títulos, algunos
interesantes, otros no tanto. Llamó mi atención la presencia de torres de
libros de ficción peruana. Vi los nombres de los autores, muchos de mi
generación, alucinados de exitosos cuando tuvieron que promocionarlos, quejosos
ante la poca atención de la crítica pero satisfechos con “la respuesta” de los
lectores. La realidad ha demostrado que esa narrativa de la consagración es tan
vacía y falsa como la moda narrativa del yo.
Que tu libro aparezca en las ofertas no
debe ser motivo de trauma, así este se halle en una columna hecha con esmero. A
lo mejor, mediante esa oferta, tu título encuentre su lector. Como digo,
aparecer en la oferta no debe generar más análisis de lo que ya es obvio. Lo
que sí es preocupante es no aceptar la contundencia de la realidad: más allá de
las redes, no eres ni mierda.
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