domingo, agosto 11, 2019

miguel gutiérrez x 2


Luego de ver pero sin mirar Following (1998), la primera película de Christopher Nolan, releo algunos pasajes de la tercera edición edición de La generación del 50: Un mundo dividido de Miguel Gutiérrez. La publicación viene a cuenta de Revuelta Editores. Como lector me siento muy feliz por la circulación de un libro tan polémico como este, que ha tenido un tránsito peculiar, ninguneado por el oficialismo desde su aparición en 1988, pero que ha venido abriéndose paso entre los lectores, y no necesariamente porque guste su contenido.
De la ensayística peruana, este es uno de los contados títulos que suscita discusión.
En 2008 la publicación gozó de una segunda aparición, el cual tuvo poco eco en prensa, destacando la reseña de Iván Thays en El Dominical. No sorprende que Thays haya descalificado el libro (gustar o no gustar es derecho de cada quien), tampoco sorprende que haya hecho un juicio de valor sin haber leído el prólogo de esa segunda edición. De haberlo leído, su reseña no tendría la fetidez del sentimiento menor, llámalo también alma chiquita.
En este ensayo hay una actitud, una personalidad y un carácter. Gutiérrez era un ferviente lector de ensayos, de la escuela de Montaigne, de la que aprovechó el punto de vista impresionista, manteniéndose lejos de la dependencia de la cita forzada y el tramposo pie de página (algunos confunden ensayos con papers, hay que leer, pues señores). Podemos o no estar de acuerdo con sus postulados, pero vaya que Gutiérrez tenía huevos para decir lo que pensaba y más: no se corría de las consecuencias que le traerían sus conceptos. En este libro, Gutiérrez firma su referencialidad como gran ensayista y como intelectual comprometido. En el prólogo de la segunda edición, que aparece también en esta tercera, Gutiérrez critica la ideología que lo llevó a escribir el libro, pero decidió mantener su esencia (incluso el nefasto desliz sobre Abimael Guzmán) como muestra de testimonio de época. Es que eso es ser un intelectual: no borrar el pasado, sino mantenerlo para criticarlo.
Pero Revuelta no solo publicó G50, hizo lo propio con Poderes secretos. Desde su salida en 1995, se impuso como la novela más polémica de Gutiérrez, transitando por las parcelas de la leyenda. Los saludos de la crítica no sintonizaron con el impacto que debió tener en los lectores. El libro voló. Al respecto, se barajaron muchas hipótesis, la más verosímil: ciertos personajes-mandamases de la oficialidad peruana ordenaron comprar los ejemplares hasta agotar edición. No es para menos, Gutiérrez no solo fue incómodo como intelectual, lo fue también en la ficción. En Poderes secretos cuestionó las columnas discursivas de la identidad cultural peruana mediante una estructura digna del mejor policial enigma y un ánimo narrativo que nos recuerda a lo más selecto de la tradición metaliteraria. Literatura y vida. Discusión y reflexión. Eso y mucho más hacen de PS un pequeño clásico. 
Y para evitar habladurías, las cosas claras: ambos títulos son golazos de Revuelta. Los recomiendo. Pero como nunca faltan los pequeños canallas malpensados, ociosos inmorales que ven en cada post teledirigidos mensajes subliminales, debo decir que este servidor propició la salida de estas publicaciones. Con Gutiérrez compartía una lejanía política y una inmensa pasión por la lectura. Y claro, también una edificante y sólida amistad. No estar contento con este par de librazos, imposible.



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