sábado, agosto 03, 2019

doble moral


Un par de testimonios de agresión sexual agitan el circuito literario limeño. Lo agitan porque el protagonista es Juan Pablo Mejía de Paracaídas Editores. Cualquier lector informado sabe de la contribución bibliográfica de esta editorial a la poesía peruana del nuevo siglo. Esto, creo, está fuera de discusión.
Lo que sí sorprende es la súbita muestra de apoyo a Mejía por parte de una corte que condena el maltrato a la mujer siempre y cuando el acusado no sea de los suyos. En lo personal, pensé que ya estaban reprimiéndose estas prácticas. Más cantado no puede estar: la asquerosa fuerza de la doble moral. Gracias, señores.
Esperaba, sí, un descargo más contundente de Mejía ante una acusación tan delicada. Al respecto, podrá decirse que es víctima de una patraña, incluso cuestionar el espacio en donde se realiza la denuncia, pero lo que "pocos" no quieren percatarse es que una denuncia anónima es a lo que muchas mujeres se ven obligadas con tal de obtener lo que consideran justo: la condena social. Cuando un autor/editor/gestor relativamente conocido es acusado de estos hechos aparece el fétido discurso de la formalización de la queja para dar peso a las palabras de la denunciante. Un modo tan primitivo de pensamiento no solo revela cojudez de quienes lo exponen, también desconexión con lo que le sucede a la mujer en este país. Para que una mujer agraviada tenga justicia pasan años y no siempre la condena es la adecuada. Y esto es para todas, veamos pues los ejemplos de Arlette Contreras y Lorena Álvarez, tampoco olvidemos lo que sucede con Melissa Peschiera. Ni el poder mediático y las pruebas mostradas son garantía de vigilancia durante el proceso formal de denuncia, igual son humilladas por ser mujeres.
Mee Too Perú es una página que deberá mejorar su método de exposición de casos (hay cuatro que están fuera de lugar) si pretende ser considerado un espacio ajeno a la ventilación de sentimientos menores, pero su existencia es necesaria porque cumple lo que los canales formales no: justicia social para la mujer agraviada. 
Ojalá aprendamos algunas cosas del caso Mejía y de otros que hemos visto: pensar en principios antes que en la persona.


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