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Llego al librería El Virrey de Lima.
Llego a tiempo porque en unos minutos presentaré el tercer número de la revista
Espinela. Para ponerme en onda,
prendo un Pall Mall rojo y me pongo a conversar con Julio, dramaturgo y también
director de Lucerna. Quedamos en la
fecha en la que debo presentarle un ensayo más o menos kilométrico sobre uno de
los autores gringos que más me gustan. No lo pienso dos veces, acepto, hasta
pienso que el límite de palabras es corto para todo lo que tengo que decir del
autor. ¿5000 palabras son suficientes?, me pregunto a la vez que miro las
agujas del reloj, ya que se acerca el momento de la presentación y todavía debo
poner en orden mis ideas, porque hay varias cosas que debo decir de la revista,
aunque suela pecar de apurado y en ese apuro se me van varios puntos a abordar.
A bajo volumen, puede escucharse el Fear of Music (1979) de Talking Heads.
No me parece raro que suene Talking Heads en la librería, porque en la librería
siempre hay buena música, solo que desde hace meses que no escuchaba el álbum
más redondo de esta banda, un álbum que plasmaba la intención de hacer algo
nuevo contra la pauta normativa de lo que era el rock pop hasta ese entonces,
un álbum que, felizmente por poco tiempo, fue algo resistido, sin embargo, las
cosas fueron adquiriendo un nuevo cariz, siendo saludado por el público y
también por la crítica. Me pierdo en los sonidos de los tambores y acordes de
guitarras y bajos. La noche pinta bien.
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