Entrevista a Fernando Ampuero
Háblame de tu
recurso del narrador protagonista. No eres pues el primer narrador peruano que
haya hecho uso de este recurso, ni serás el último, pero te lo comento porque
es quizá una de tus cualidades narrativas que más gustan entre los lectores.
Uno
escribe sobre lo que conoce; y con ello, para ser más específico, apunto a esos
lugares donde he vivido y a las personas que he frecuentado. Pero, en mi caso,
si hay alguien que frecuento y que conozco, o quizá deba de decir “que creo
conocer”, soy yo mismo. Así las cosas, me pongo en línea. Me presento con la
imagen que proyecto (sin querer, por supuesto), tal como alguna gente me ve; o
bien me presento como me veo yo: en puntos de distorsión y de constante
desdoblamiento. Me pinto, en fin, mejor o peor de lo que soy. Eso se advierte
en diferentes textos. Las novelas El
peruano imperfecto y Sucedió entre dos párpados, o los
cuentos “Malos modales”, “Criaturas musicales” y “Mi buena estrella”, para dar
ejemplos concretos. La primera persona gramatical, a mi entender, es más
limitada. Te impide dar una completa visión narrativa, porque el personaje se restringe a lo que vive, sabe o
imagina. La tercera persona, por el contrario, te vuelve omnisciente. Sin
embargo, hay una virtud en la primera persona: el tono íntimo y cómplice. El
lector siente el susurro de una confesión, que además te la hacen al oído.
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