activismo mainstream
Creo que más de uno recordará el mes de
setiembre de este año como uno peculiar y a la vez indignante. Cada quien es
libre de sacar sus conclusiones, conozco a las chicas que se han visto
violentadas y estoy con las personas que las han apoyado en estas últimos días.
También conozco a personas que han apoyado la otra causa, la de la “víctima”
del linchamiento. Al respecto, a medida que pasen los días, las cosas, y en la
calma necesaria, irán acomodándose en transparencia a favor de las chicas
agredidas.
Pero no es de las chicas agredidas ni de
la “víctima” del linchamiento de lo que quiero escribir en este post, sino de
la tibieza que sobre el asunto mostró el colectivo Niunamenos, que en esta tibieza
me demostró y corroboró lo que muchas amigas y conocidas me decían del mismo,
sobre sus guerras internas y afanes políticos de sus líderes en el mediano
plazo.
En los últimos días me he dedicado a
revisar las cuentas de este colectivo, que bajo el éxito de la marcha del
pasado 13 de agosto, estaba llamado a cuidar y fiscalizar sobre los abusos que
se cometen contra la mujer en este país. Más allá de un pronunciamiento tibio
sobre el caso de las chicas agredidas por el crítico, Niunamenos no demostró la
más mínima voluntad política por proteger a estas mujeres que sí recibieron el
apoyo de mujeres comprometidas con la justicia y sin afanes de forjarse una
carrera política, siendo estas las que animaron a chicas agredidas a dar la
cara en los momentos en los que el discurso del crítico venía cambiando de
estrategia. Las chicas agredidas, al final, dieron la cara, y lo hicieron con
seguridad y valentía.
¿Qué esperábamos de Niunamenos? En
principio: coherencia. ¿Qué debieron hacer cuando estas denuncias estallaron,
teniendo en cuenta que la persona acusada había sido uno de sus aliados en los
días previos a la marcha? Pues fácil: aferrarse a los principios que el
colectivo pregona defender y hacer un llamado público a las chicas agredidas,
brindarles apoyo moral y discursivo. Solo así se podía analizar los casos,
filtrarlos y solo quedarse con los que se servirían para una denuncia fuerte.
No lo hicieron, se dedicaron a ver la situación de lejos, a la espera del
oportunismo.
Si este país maltrata a las mujeres, no
es solo por la tara machista, sino porque esta tara también recibe el apoyo
involuntario y acomodaticio de colectivos como Niunamenos. Felizmente, sí
tenemos colectivos de mujeres que defienden a las mujeres sin prestarse a la
frivolidad del figuretismo.
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