el estilo del cronista
Creo que ya es hora de no perder el
tiempo en cuanto a la cualidad genérica de la crónica. Al respecto, y desde que
tengo uso serio de razón, no he dejado de escuchar y leer sobre la esencia de
su bastardía, que en su momento despertó alterados debates entre dos bandos,
cada cual con sus argumentos y caprichos ridículos. Esta suerte de batalla
discursiva entre puristas y los llamados heterodoxos nos ha impedido apreciar
en su real dimensión las posibilidades que nos pueden ofrecer los registros
insertados en lo que ahora se llama narrativa de no ficción, aunque la misma,
como bien puede atestiguar el lector recurrente, siempre ha existido.
Tal y como indiqué, no hay que perder el
tiempo. La experiencia literaria es la misma, así hablemos de ficción o no. En
este sentido, así como hay malos escritores de ficción, también los tenemos en
la otra ribera. Por ello, sería saludable, en cuanto a la no ficción que se
escribe en español, comenzar a detectar a los maestros, a aquellos que en el
curso de la narración nos hacen partícipes de la revelación narrativa y que
solo puede ser generada por auténticos escritores de raza sin importar su registro
de preferencia.
Por ello, ni bien ingresamos a las
páginas del imprescindible Viaje al
Macondo real y otras crónicas (Pepitas
de calabaza, 2016) del colombiano Alberto Salcedo Ramos, somos testigos de una
diferencia, o mejor dicho, de una marca de agua en alto relieve que lo ubica
como un escritor distinto, mucho más verosímil que los dedicados a la ficción y
muy artificioso en cuanto a los que ejercitan la no ficción. Esta suerte de falsa
ambigüedad no es más que el canal que garantiza la viabilidad temática de sus
crónicas, las que descansan en el crisol del que se alimenta la marca de la
casa: el estilo.
A los buenos escritores los conocemos
por su estilo. Y esta última entrega confirma una vez más el prestigio de ASR.
Hablamos de un estilo potenciado en las lecturas, aunque lo dicho es una
obviedad, porque se supone que todo escritor debe ser un lector irredento, mas
este estilo parte de una base que debería más frecuentada por cualquier escritor,
sin importar el registro de elección, base que nos lleva al asombro de la
oralidad de la que nos alimentamos, principalmente, en la primera infancia.
Eso: de la conjunción entre oralidad y lecturas, accedemos al ASR Style.
Textos como el homónimo que titula la
presente publicación, en donde se nos dinamita el ideal que tenemos de uno de
los espacios capitales para el imaginario literario universal para entregarnos
uno mucho más real y atractivo; o aquel que nos hace parte de la resurrección existencial
del futbolista uruguayo Darío Silva; o ese par de textos dedicados a la madre y
a una amiga de infancia, en los que podríamos especular sobre la procedencia de
la apuesta del autor por las historias reales, textos, por cierto, que solo nos
puede entregar una pluma con autoridad. Nuestro autor nos relata de personajes
signados por su peculiar cotidianidad, como también por la tragedia. En la
mayoría de los diecinueve textos nos habla de la realidad colombiana, pero
gracias a su estilo y mirada, nos situamos en un contexto mayor, el
latinoamericano. Esa es pues la trascendencia en la escritura que consigue ASR.
…
Publicado en SB
2 Comentarios:
Que buena reseña. He asistido a los talleres de Salcedo, todo un maestro
oe Gabriel, y la reseña de la novela Cachetada Nocturna?
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