cosas del método
Mañana de domingo. Me sirvo café y dos
panes con palta. Pienso leer hasta las tres de la tarde, porque a las cuatro
saldré a recorrer las vacías calles que solo puedes disfrutar en este día.
Antes de terminar algunos libros ya muy
avanzados, veo los suplementos y revistas. Entre estas últimas cojo Somos. La
recorro de la última a la primera página. Como suele ocurrir, hay notas que me
gustan y otras no.
Llama mi atención la sección de reseñas
de libros, a cargo de Dante Trujillo. Como publicación principal, aparece la
última novela de Luis Hernán Castañeda, Mi
madre soñaba en francés, que goza del entusiasmo valorativo del reseñista. Sin
embargo, el sábado pasado, en esa misma sección, comentó No somos cazafantasmas de Juan Manuel Robles. Aquí también hubo bendición, pero en su discurso mostró más de un reparo.
Ya leí ambas publicaciones y no quiero
apurarme en el veredicto (los que me conocen, saben que una de las cosas que
detesto más es estar apurado, y me refiero a estarlo en todos los aspectos de la vida). No
me sorprendería si sintonizo con Trujillo, pero ese no es el punto, sino este:
la falta de coherencia en el método valorativo. ¿Por qué con uno sacó la guadaña
y con el otro no? Hay que tener mucho cuidado en ese aspecto, ese desliz
alimenta habladurías que vienen cuestionando al reseñismo local. En la
valoración de un libro puede haber errores, pero lo que no debe existir es fisura
en el método. Hablamos de la página de libros más leída del país, no de Don Lucho
Review of Books que Pedro Escribano conduce con festiva irresponsabilidad en La
República, en donde hemos encontrado hasta inmorales reseñas de desagravio.
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