domingo, agosto 26, 2018

silencio cómplice


Sorprende el silencio cómplice de la llamada clase intelectual de izquierda peruana en relación a la migración venezolana. En estas últimas horas, libre de las obligaciones laborales, me puse a revisar los muros de sus más conspicuos personajes, que cada día, a primera hora, segundos antes del café con leche del desayuno, nos brindan sus infaltables dosis de moralina y condena contra los males y vejámenes que sufre el mundo a causa del demonio del sistema neoliberal.
Claro, la reacción sería otra si toda esta gente huyera de un sistema corrupto de derecha. Ahí sí, y sin ningún tipo de pausa, estarían condenando y exigiendo al gobierno que abran las fronteras y que se destinen recursos a los miles de refugiados.
Cuidado, señores de la superioridad moral, que su actitud no sintonice con las huestes naranjas, que tanto detestan. Hagan memoria y no la vuelvan a cagar como a fines de los ochenta, cuando apoyaron a Fujimori, a quien ayudaron a llegar a la presidencia.
Viene pesando el factor ideológico al momento de opinar sobre una calamitosa situación que atraviesan los venezolanos, cuando lo que tendría que imperar es una sensibilidad por el otro, tan necesaria en estas semanas en las que la xenofobia, alimentada de ignorancia y malcriadez, amenaza con tomar posesión de millones de peruanos. 
Contra el discurso xenófobo, los letrados de la zurda podrían cumplir un rol determinante, hasta iluminador, pero ya sabemos a qué factores obedecen los principios, bajo qué escenario estos se expondrían. Pura cojudez.

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