varela ilumina
Hurgando en publicaciones ochenteras encuentro
una entrevista del recordado Jorge Salazar a Blanca Varela.
Cada vez que encuentro noticias y
entrevistas a Varela, las devoro. Varela no solo me gusta por su poesía, sino
también por su actitud, abierta y sincera, y no menos polémica. Me hubiese
gustado conocerla, y vaya que tuve la oportunidad, pero como suele pasar, evado
los momentos estelares.
La entrevista de Salazar a Varela fue publicada
en 1983 en la revista Caretas. No es una que destaque por su extensión, pero en
su brevedad es más que contundente.
Días atrás conversaba sobre la nulidad
de la poesía peruana de hoy. Ya no hablo de su crisis, que como tal tiene
atajos para salir de ella, que en estos asuntos podríamos llamar chispazos. En
este sentido, las respuestas de Varela brindan una “salida” del vacío
discursivo de la poesía peruana actual, pero de estas hay una que nos revela la
esencia del ejercicio poético. Esa es pues la solución, no para ser mejores
(eso ya depende de cada quien).
La sobreexposición termina por aniquilar
el crisol discursivo del poeta o aspirante a tal. Las redes, recitales y
colectivos que son vientres de alquiler, entre otras maravillas de la difusión
mal llevada, han contribuido a que el vate local esté más interesado en la
construcción de su imagen, lo que suscita la consecuencia del descuido: la
morfología plástica/imbécil de la palabra. El problema nunca ha sido la falta
de talento, menos la formación personal de la influencia. Es algo más sencillo:
la postura ante la poesía. Varela no se la creía, ni pretendió forzar un estado
de luz. Varela dice: “Yo escribo para pasar desapercibida y creo que lo
consigo; escribo para “mi otro lado”, esa parte invisible que tenemos y a la
cual pocos le dan tiempo; para mí el escribir es regalarle tiempo a ese otro
que llevo en mí”.
Capa.
Si gustas, puedes leer la entrevista
aquí.
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