martes, agosto 20, 2019

cuando ni denunciar sirve


Algunos amigos piensan que en este país todo lo que sucede es una exageración. Viéndolo con esforzada distancia, pues no habría que estar en contra de aquello.
Pensemos en las mujeres peruanas y en las leyes llamadas a protegerlas.
Cuando una mujer es violentada, se la toma en cuenta si su denuncia está formalizada en los cauces legales. De lo contrario, el testimonio puede ser interpretado como una muestra de oscuro despecho que tiene el objetivo de destruir al hombre que, vaya uno a saber las circunstancias, ya no está con ella.
Esta es una historia conocida, que la vemos en todos los estratos sociales. Hemos visto sus variantes incluso en nuestro circuito literario, en cómo guachimanes virtuales de la moral siguen donjuaneando (con calateo en Skype de yapa) cuando hay pruebas de sobra de sus acosos, del mismo modo denuncias legales en proceso. Con o sin denuncias formales, los pipilépticos de la superioridad moral no bajan del estribo, porque saben que tienen el apoyo de seguidores que valoran a la figura pública, dejando de lado los principios con los que enjuagan su hocico. Por eso este circuito literario apesta.
La doble moral en su expresión más degenerada.
Regresemos al punto del post: ¿sorprende acaso que se haya suspendido la orden de captura contra el prófugo Adriano Pozo?
Uno no deja de creer en la esperanza, en el hecho de que algún día este país pueda ser mejor, pero la criollada peruana es tan fuerte que desafía el curso natural hasta de los procesos legales, como el que vimos esta mañana: si le daba la gana, Pozo podía salir de su escondite y caminar como si las huevas por las calles de la ciudad en donde se encontrara.
Ante lo ocurrido, no demoraron en aparecer los reclamos en contra de la medida que beneficiaba a esta cucaracha. La presión social hizo su trabajo y el Poder Judicial se vio obligado arreglar la chanchada.
Arlette Contreras hizo lo que muchos abanderados de la moral (de la cultura, la política, la sociedad et al) piden a las mujeres agraviadas. Presentó su denuncia en el Poder Judicial. Su denuncia estaba amparada en una prueba irrefutable: el video que muestra la manera en que Pozo la masacró en un hostal.
Ni las pruebas sirven, como se ve.
Si eso le sucede a Contreras, que a la fecha tiene un apoyo ciudadano importante, ¿se imaginan lo que pasará con una mujer que carezca de ese respaldo? 
La respuesta, ya la sabemos.

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