lo que viene
Pasada la tensión y la ilusión, al menos
quien escribe solo tiene palabras de agradecimiento para la selección peruana
de fútbol, me puse a ordenar algunos libros que tenía sobre el escritorio.
Presté atención a las publicaciones peruanas de este año, separando las leídas,
las avanzadas y aquellas que me faltan leer. Un amigo, periodista cultural, me
preguntó si ya tengo una idea de lo más destacado del año. No me sorprende su
pregunta, me la suelen hacer semanas previas a la FIL, evento en el que se
presentan los libros más llamativos (al menos, eso es lo que indica la teoría).
En cuento, hasta el momento, sigue
capitaneando Todo es demasiado
(Emecé) de Christian Briceño, también me gusta mucho Jamás en la vida (Planeta) de Fernando Ampuero (sugiero que
nuestros jóvenes-viejos narradores lean este título que tranquilamente puede
ser un manual de cómo escribir un cuento sin caer en las trampas del
aburrimiento, como si este fuera mérito literario).
(Por cierto, presentaré lo de Briceño en
la Antifil el domingo 4 de agosto, a las 5 de la tarde; del mismo modo, en el
mismo lugar pero una hora después, la novela Esta casa vacía (Peisa / Premio Nacional de Literatura 2018 y
muchos reconocimientos más) de Marco García Falcón. Será un domingo especial,
por lo que veo. No siempre tienes la oportunidad de comentar buenos libros y eso
es algo que agradezco muchísimo, ya sea a la vida, el azar, lo que fuere.)
Pienso en las novelas peruanas de estos
meses (satisfecho con La Perricholi
(Literatura Random House) de Alonso Cueto, que espero reseñar en los próximos
días) y guardo expectativa en dos que leeré en las siguientes semanas. Tengo
mucha esperanza en ellas, porque conozco a los autores y los valoro
narrativamente más allá de distancias y acercamientos: Cementerio de barcos (Planeta) de Ulises Gutiérrez y Adiós a la revolución (Alfaguara) de
Francisco Ángeles. A la fecha, dos narradores importantes (esto me alegra
porque en calidad de editor propicié sus primeros libros), de esos a los que
tienes que leer. Sé que lo dicho jode a los haters
del segundo, pero esa es la verdad, Ángeles es un autor al que se debe seguir sin importar las simpatías personales (esto es literatura, no es un tono).
Ya les contaré.
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