domingo, agosto 04, 2019

la mirada de dc


Uno de los libros que pensaba encontrar en estos días de feria no estaba en la categoría “de culto”, o como quieran llamarlo los amantes del caletismo, sino uno que ya tenía y que deseaba regalar. Sin embargo, por más que lo intenté (incluso armé un pequeño ejército para tal función), no hallé La vida después de Dios de Douglas Coupland.
Así es, del autor de la conocida novela Generación X.
La obra de Coupland viene envejeciendo a cuenta del óxido de su novela más famosa y de las que dialogaban con los tópicos desarrollados en ella (a saber, Planeta Champú). Sin embargo, LVD luce una cualidad que deberíamos conocer de este autor: la libertad de palabra (no confundir con efectismo y afines). En principio se trataría de un libro de cuentos, algunos más arriesgados podrían calificarlo de compendio de microrrelatos. Más allá de definiciones genéricas, aquí hay una belleza epifánica que sumerge al lector en la fugaz reflexión de la cotidianidad, Coupland se entrega a la libertad discursiva que asocio más a las licencias de la anotación y el espíritu del diario, pero aquel que se alimenta de la rápida impresión del detalle (pensemos en Renacida, el primer tomo de los diarios de Susan Sontag). Esta especulación la puedo reforzar con la tradición del retazo, es decir, aquella obra que el autor confecciona sin proponérselo, ya sea como ejercicio de prosa o solo por mera urgencia de escribir. Los textos de LVD rehúyen de la relojería cuentística, pero a la vez proyectan una tentativa de perfección formal. Es precisamente en ese límite donde Coupland revela una mirada que disecciona el suceso y el asombro. 
No es un libro difícil de hallar, a lo mejor no he tenido la paciencia para dar con él. Pero no importa, el dato ya está, que es lo que importa a fin de cuentas.


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