lunes, junio 20, 2016

blindaje

Día del Padre. Para mí, todos los días son los días del padre porque sí me siento bendecido por tener el padre que tengo, bueno, generoso, noble e inteligente.
Mi padre y madre irán a la casa de mi hermano, a quien llamo para desearle también un feliz día. Pero me tengo que quedar en casa, se me han acumulado muchísimas cosas que debo terminar. Trabajar en casa tiene sus ventajas, pero cuando hay que pisar el acelerador, hay que hacerlo, sumergiéndote en un mundo paralelo en el que no importa si es de día o es de noche.
Se supone que íbamos a salir a desayunar, pero nos levantamos muy tarde, entonces, mis padres se fueron a la casa de mi hermano, en donde los recogería después.
Antes de sentarme frente a la pantalla y abrir los archivos en Word, me pongo a leer los diarios, acompañado de una humeante taza de café.
Sin duda, me enfoco en la entrevista de Mariella Balbi a Avelino Guillén, abogado en funciones y ex fiscal superior.
Del espectro legal peruano, Guillén es un tronco de integridad y un baluarte de la lucha contra la corrupción. Y quien mejor que él para que me explique mejor lo que viene ocurriendo con la aún primera dama Nadine Heredia y del inevitable aún presidente Ollanta Humala. O sea, sé del escabeche en el que están metidos, pero no he seguido de cerca el caso a profundidad. Entonces, para saber un poco más, no solo hay que escuchar a los que saben sino a los que exhiben una postura firme o una garantía moral sustentada en años de oficio profesional, libre de señalamientos.
Entonces, lo que dice Guillén sobre la pareja presidencial es no menos que grave. Hablamos de un par de aventureros a los que solo les ha interesado lucrar desde el poder, una pareja que ha recibido el apoyo sistemático de la izquierda hasta mediados del presente gobierno nacionalista, una pareja que recibe el blindaje moral de la clase letrada peruana. No me sorprende que haya este apoyo, puesto que es muy conocida la inclinación de la izquierda y clase letrada locales hacia el poder, además, hagamos memoria que en un principio la pareja presidencial se mostró abierta a los discursos y manifestaciones intelectuales y culturales, hecho, que no es menor, que ha alargado más de la cuenta el crédito de tolerancia de esta envidiable clase privilegiada del pensamiento y la mentada, y repetida, superioridad moral.
Los argumentos que expone Guillén son contundentes. Explica y refuerza aquello que se minimiza en las redes sociales, que empequeñecen toda clase de crítica dirigida a Heredia y Humala, aduciendo que no es más que una cortina de humo. Pues bien, si así lo fuera, se trataría de una cortina de humo que lleva más de cinco años. Lo que me apena de esta situación, de esta puesta de manos en el fuego por un par de sátrapas y mediocres es que por muy poco uno quema su credibilidad, cayendo en lo mismo que critican, ejerciendo involuntariamente la criollada culta que tarde o temprano les pasará la factura. 
Lo diría Melcochita: “nuestra intelectuales son la cagá

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