mejor que ficción
El asesinato de Luis Banchero Rossi fue
la tendencia temática de 1972. Esta revista y otros medios ofrecieron
detallados y extensos reportajes sobre un crimen que brillaba por su
complejidad. Hubo pues de todo: desde el informe objetivo hasta el alentado por
el delirio sicotrópico. Atento a la epifanía de esta historia, Guillermo
Thorndike publicó al año siguiente una obra maestra: El caso Banchero, que alguien debería rescatar ya (sobre todo ahora
que Planeta reeditará Manguera, del
mismo autor). Además, para quien escribe es superior a la de Capote, A sangre fría.
Un libro como el de Thorndike fue
escrito en caliente, a contrarreloj. El crimen demandaba un desarrollo
discursivo y felizmente el autor tuvo un editor, Barral, que supo acoger su
propuesta. Esto me hace pensar en los muchísimos proyectos que nacieron del
periodismo y que no encontraron cobijo debido a la precariedad del circuito
editorial. A pesar de ello, pudimos leer títulos atractivos que sintonizaban
con el interés del público, como Muerte en
el Pentagonito de Uceda, Sendero
de Gorriti y Ciudadano Fujimori de
Jochamowitz. Los dos últimos ahora integran la colección Memoria Perú de Planeta.
Si hoy hablamos de una Edad de Oro en la
industria editorial, se debe a que ha habido una acertada lectura de los
tópicos pautados por la agenda periodística: racismo, feminicidio, crisis
política, etc. Por ejemplo, veamos la flamante serie de libros sobre fútbol,
acaso la cereza de la torta de este buen momento que nadie esperaba hace cuatro
años.
Los libros de no ficción están
solventando a las grandes editoriales y también a algunas pequeñas. Ahora se
puede contar con recursos para apostar por nuestra “electrizante” ficción,
infestada de autores que la rompen únicamente en likes y que no despierta ánimo alguno por soporífera.
En Caretas
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