mi plata, tu plata, nuestra plata
Ya conocida la lista de 32 autores que
conforman la delegación peruana que irá en octubre a la Feria Internacional del
Libro de Santiago, no pocas inquietudes y satisfacciones se presentan. En
cuanto a lo segundo, saludamos la inclusión de Teresa Ruiz Rosas, de quien
esperamos la reedición de su novela breve El
copista. Como en su momento indicamos en esta columna, RR es nuestra
narradora mayor, certeza avalada por la calidad y no por el servilismo. También
nos gratifica ver a Higa, Arámbulo, Jara, Vásquez y Vega, voces que merecían
una mayor visibilidad.
Vista de lejos, se trata de una
selección que cumple con ser plural y que no solo se limita al espectro
literario, sino también humanístico. Sabemos que las listas jamás contentan a
nadie y esta no ha sido la excepción. Sin embargo, levita una sensación de
turbiedad informal en cuanto a los cinco criterios empleados para el filtro
(diversidad regional y cultural, diversidad temática, diversidad de géneros
literarios, equidad de género y trayectoria y equidad generacional), que
refleja un traspié ético: a los encargados de escoger no les dio la gana de
investigar a profundidad en pos de la legitimidad de la comitiva. ¿En realidad
está yendo lo “mejor”? ¿Acaso se está privilegiando la calidad literaria y
referencia cultural? ¿Plumas caseritas, no?
A diferencia de los convocados del Hay
Festival y la CPL, el Ministerio de Cultura está en la obligación de ser
transparente en todos los aspectos, por la sencilla razón de que no es una
entidad privada que tiene el derecho de disponer de su plata como crea conveniente.
Por ello, la publicación de los nombres de quienes hicieron esta chocolateada
es un deber a no esquivarse en el trámite ni en el verso barato, como sí ocurre
en otros ministerios.
En Caretas
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