i. jacob / profilaxis
Entre las actrices y que sigo y de las
que me he propuesto ver toda su filmografía, sin importar el peligro de
hallarme con uno que otro bodrio en el camino: la francesa Irène Jacob.
Cada quien debe tener en mente la
película con la que la conoció. En mi caso, esa película es Rojo (1994) del polaco Krzysztof
Kieślowski. La vi en el cineclub del Banco de Reserva a fines de los noventa.
Recuerdo bien la tarde de verano en que hice cola durante dos horas, el sol me
daba en la cara, detalle que agravó mi problema de insolación, al menos me di
cuenta de que el asunto cutáneo era más grave de lo que había pensado. Tenía en
manos un ejemplar de Aullido de
Ginsberg y repetía mentalmente, como si se tratara de un mantra, varios versos de
aquel poema que asumí como un manifiesto personal.
No es una obra maestra, pero la película
había conectado conmigo. A partir de entonces no dejé de verla aunque sea un
par de veces por año, pero esa costumbre se quebró a mediados de la década
pasada, simplemente la perdí del radar y me prometía que volvería a ella pero
la ocasión no se daba. Tras una conversación en la noche de ayer, me animé a
buscarla entre mis películas.
Conseguí encontrar las otras dos
películas del director, Blanco y Azul, que completan su trilogía de los
colores. En algún rincón, oculto, se ubicaba Rojo, pero mi paciencia había llegado a su límite. Por tal motivo,
aproveché algunas horas libres de la tarde para comprarla en Polvos Azules. Se
suponía que sería eso: tenerla y regresar con a casa para visionarla cuanto
antes. Pero no, el tráfico me jugó la mala pasada de la hora punta. Ni el
transporte público, menos el taxi, eran la solución. Entonces, regresé
caminando.
Como toda película con nervio y hechizo,
esta se presta a distintas interpretaciones. Pienso en la relación de paulatina
dependencia entre la estudiante y modelo Valentine Dussaut (Jacob) y el juez
jubilado Joseph Kern (Jean-Louis Trintignant). En apariencia, lo de Kern pinta
de pasatiempo de retorcido por espiar telefónicamente a sus vecinos. Valentine pasa
de la actitud moralista/condenatoria a la complicidad con ese hombre mayor,
cuya acción no solo es edificante, sino también profiláctica. Me fue imposible
no tener presente los audios que vienen marcando la agenda política y social
del país.
No spoiler. Ya lo sabes: tienes que verla si en caso
aún no.
1 Comentarios:
Si es que todavia no la has visto, te aconsejo ver "La doble vida de Verónica", otra película de Kieślowski con Irène Jacob, la cual, en este caso, representa a dos personajes diferentes.
Saludos
I.
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